6 de marzo de 2011

Movimiento Sufragista


Se avecina el Día de la Mujer y con él un repentino interés por el universo de “ellas“. Y yo voy y me aprovecho de la ocasión para recordar algo de nuestra breve historia feminista. Porque el feminismo como movimiento es en realidad joven. ¿Es un siglo poco? Supongo que depende de lo conseguido.


Para comenzar es necesario recordar a Althusser, quién ya nos avisó de que las imágenes que nos rodean nunca son inocentes. Esto es fundamental para entender que ése sistema de imágenes que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, no son más que el producto de un orden cultural e ideológico que maneja nuestra percepción de la realidad. Saber esto es importante pero lo es mucho más el poder distanciarse de dichas imágenes para ser conscientes de que en muchas ocasiones, no pertenecemos al modelo universal y neutro que nos propuso hace mucho Kant. Por tanto hay que cuestionar.

Cartel Sufragista: Abajo los hombres y arriba las mujeres.

Y esto es lo que hicieron las mujeres o al menos una importante parte de ellas a finales del siglo XIX. Las sufragistas pretendían una reforma social, económica y política que quedaba simbolizada por el derecho al voto. Se reclamaba el sufragio igual, que es el que afecta a la abolición por diferencia de género. Pedir el sufragio universal, es decir, la abolición por diferencia de raza (llegados a este punto rectifico y digo, por diferencia de etnias porque que yo sepa, la raza siempre es la misma, la humana, vamos) era más revolucionario todavía.
Tras intentos por aquí y por allá, las que primero consiguieron el derecho al voto sin restricciones ni trucos fueron las Neozelandesas en 1893, de mano de Kate Sheppard.

Imagen de Kate Sheppard en los billetes de diez dólares neozelandeses.

Por supuesto hablamos de votar, lo de presentarse a las elecciones ya es harina de otro costal.
Con todo, esto que hoy en día nos parece natural, le sigue siendo negado a muchas mujeres. Ejemplos encontramos aún en algunos países del mundo islámico o en el Vaticano mismo.

Dentro de esto, las más cañeras fueron las británicas, que además reclamaban la incorporación de la mujer al campo laboral mientras sus hombres luchaban en la Guerra Mundial, denunciaban la doble moral, la subordinación en el matrimonio, y pedían mejoras en la educación, así como la apertura de nuevos horizontes en el campo laboral. Vamos, lo mismo que seguimos reclamando hoy en día.

Cartel sufragista:
Las Sufragistas en casa
No sabemos lo que queremos
pero lo conseguiremos

Emmeline Pankhurst (Manchester 1858- Londres 1928) fue una de las fundadoras del movimiento sufragista británico. En 1892, fundó la Liga en Favor del Derecho al Voto de la Mujer y junto a su marido, autor de Ley de la Propiedad de la Mujer Casada, se afilian al Partido Laborista. Enviuda en 1898 pero esto no le impide fundar unos años después la Unión Política y Social de la Mujer (WSPU) junto con Annie Kenney, Emily Davison y Dama Ethel Smyth.

Detención de Emmeline Pankhurst

Imagen de ataques a otras sufragistas anónimas

Ambas visitaron en varias ocasiones la cárcel y sufrieron el maltrato por parte de las autoridades más de una vez. En 1905, Annie Kenney junto con Christabel Purkhurst (hija de Emmeline), interrumpen un discurso político para preguntar a Sir Edward Grey y Churchill si estaban a favor del voto femenino. Ninguno abrió la boca y entonces, para asombro de todos los congregados, mostraron su pancarta reclamando el voto femenino a la vez que exigían una respuesta. La broma les salió cara y acabaron recluidas en prisión durante tres largos días.

Annie Kenney y Christabel Purkhurst

Imagen de hombres opuestos al sufragismo femenino

Años después y con motivo de la Gran Guerra, Emmeline propuso con éxito a las mujeres adoptar los trabajos que tradicionalmente estaban destinados a los hombres, ya que ahora ellos se encontraban en el frente y los puestos vacantes.
Emmeline murió viendo hecho realidad su sueño, el derecho al voto femenino en el Reino Unido.

Manifestación de sufragistas en Washington Square (Nueva York). 1913.

En España también contamos con nuestra heroína correspondiente, Clara Campoamor (Madrid 1888 - Lausana 1972). Republicana y liberal (“como Dios manda”) y principal impulsora del sufragio universal en nuestro país. A los 36 años se convierte en una de las pocas abogadas españolas y años más tarde creó la Asociación Liberal Socialista . Además fue diputada en la 2ª República por el Partido Radical (republicano, liberal, laico y democrático). Acabó renunciando al Partido y a su escaño a favor de la CEDA. Sin embargo cuando intentó unirse a la Izquierda Republicana no fue admitida, por lo que en 1935 escribió, Mi pecado mortal, El voto femenino y yo.
En 1937 se ve obligada como tantos otros al exilio. Tras un intento de regreso en los años 40, fijó su residencia en Suiza donde permaneció hasta su muerte.

Imagen de Clara Campoamor en un sello conmemorativo.

En el 2007 fue aprobada una propuesta no de Ley por el Pleno del Congreso con el apoyo de todos los grupos parlamentarios (ah, no. El PP, no) en la que se reclamaba el reflejo de las políticas de igualdad en la elección de figuras femeninas para la acuñación de monedas, siendo Clara Campoamor la seleccionada por su papel primordial en la defensa del voto femenino en la Segunda República.

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