31 de agosto de 2010

American Woman: Fashioning a National Identity

Por último, me queda hablar sobre mi visita al Brooklyn Museum. Me resultó tan grande y tan encantadoramente desordenado que no encontraba el momento para sentarme y escribir sobre todo lo que vi, que fue mucho y muy variado.
Varias razones de peso para visitarlo, una de ellas fue una exposición en el Met que vi unos días antes con fondos de este museo; American Woman: Fashioning a National Identity.
Maravillosa. Disfruté como loca. Salí tan entusiasmada que hasta correré el riesgo de asegurar que es de las exposiciones de moda más interesantes que he visto en mucho tiempo y creo que entre Nyc, París, Londres y Madrid, he visto unas cuantas.
Aplaudo la puesta en escena y la selección de las prendas, elegidas con sumo gusto y acierto.

La muestra hace un recorrido a lo largo de la creación del estilo americano, comenzando por el que ellos llaman The Heiress, allá en 1890. El nombre viene de una famosa peli protagonizada por Olivia de Havilland y Montgomery Clift. Es una adaptación de la novela de 1880, Washington Sq. de Henry James. El vestuario era de Edith Head, una diseñadora que triunfó en Hollywood hasta ganar ni más ni menos que ocho premios de la academia a lo largo de su carrera. Fue la favorita de las grandes estrellas de los 40 y 50, así como de directores tan característicos de la época como Hitchcock.
Pero los trajes aquí mostrados son originales de la Casa Worth (Maison Worth o House of Worth, elegir el idioma que más rabia le dé a cada uno), este inglés fue el padre de la alta costura en el siglo XIX y dictó la moda de la época. Su clientela, lógicamente era rica, en su mayoría herederas americanas ya que los trajes eran confeccionados con todo lujo de detalles y ornamentos.
Mientras, casi paralelamente, surge un ideal de belleza femenino americano llamado The Gibson Girl, de la mano del creador Charles Dana Gibson. Se trata de una mujer de belleza romántica, alta, con su cabello recogido y con ondas, cintura de avispa gracias a un corsé que cumplía doble función (someter los kilos y el temperamento)… en definitiva, una dulce señorita educada y de corte tradicional.
Como reacción surge la mujer deportista que demuestra sus ansias de independencia junto con el estilo bohemio de 1900, recreado en salones de decoración Tiffany y vistiendo pantalones a lo Rita Lydig. Esta mujer, nacida en Nyc pero de padre cubano y madre española y emparentada con la familia Alba, fue conocida como la mujer más pintoresca de América. Por supuesto apoyó el movimiento sufragista, representado por el estilo patriota que tuvo lugar 1910. Este movimiento reformista social, económico y político llevado a cabo por valientes mujeres, promovía el derecho al voto femenino y supuso su verdadera emancipación mientras se gestaba la I Guerra Mundial.
The flappers fue como se llamó a las mujeres que en los felices años 20 usaban faldas cortas, renunciaron al corsé y se cortaron el pelo a lo “bob cut”. El jazz envolvía toda una revolución en la que bebían, bailaban, fumaban, abusaban del maquillaje, conducían, y optaban felices por una conducta incorrecta. Independientes y atractivas, fueron las verdaderas liberadas del siglo, ¡eso es una revolución! Por último, The Screen Sirens, el estilo cinematográfico de los años 30 - 40, de la mujer fatal y sexy que todos tenemos en mente. Todo un merecido tributo a la mujer americana.

Sería absurdo quedarse en lo superficial del asunto y no mencionar la parte histórica de la muestra. La dura lucha de la mujer por conquistar su emancipación social, política y sexual. En el caso americano, supuso además cortar lazos con lo imperante en el viejo continente para crear un estilo propio made in Usa. Como experiencia personal después de vivir en Nyc, he de confesar mi sorpresa al comprobar lo liberadas que encuentro a las americanas en comparación con las europeas (y especialmente con las españolas) en lo que a su aspecto físico y estilo personal se refiere. Veo a mi alrededor con cierta sorpresa y mucha envidia como cada una viste como quiere, dando prioridad al estilo personal y rehuyendo del miedo al qué dirán. Sintiéndose guapas con su mini y su escote, orgullosas de sus cuerpos y razas sin plantearse ni por un segundo que serán juzgadas por sus curvas, estaturas, kilos, celulitis y extravagancia no sólo por las demás sino por su peor enemiga, ella misma. Pasean por la calle sin el temor de ser observadas de manera descarada y obscena por la mirada de tanto tío acomplejado. Respetadas por ellos y por ellas. Liberadas.

Y cómo premio, un vídeo de la exposición:

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