29 de julio de 2010

The Metropolitan Museum of Art, NYC

Mis incursiones en el Met son siempre fructíferas. Lástima no llevar suficiente ropa de abrigo cada vez que voy, aunque gracias a ello abandono el lugar antes de lo deseado y así siempre me queda la cosita de tener que volver una vez más. Esta vez, no me quedó mas remedio que abordar las salas con la gran exposición del momento, la que el museo dedica a Picasso. Aunque es mi artista predilecto, siempre que un museo le dedica una exposición más, me da como una especie de pereza incontrolable. Será porque esto ocurre con muchísima frecuencia, lo que además se potencia por la producción infinita que caracteriza a Picasso.
El caso, es que todos los pasillos me llevaron a sus salas y allá que entré. Para empezar, esta foto a tamaño real del gran personaje que fue este pequeño hombre.


Potente y seguro de sí mismo, te recibe así, en calzones, con esa sonrisilla de medio lado. En menos de un segundo puedes entender cómo ellas caían rendidas a sus pies.
Destacaré lo que más me llamó la atención de esta exposición, dos obritas pequeñas que veía por primera vez, el original de una carta y la colección casi al completo de sus linóleos.

Las dos obras corresponden a un mismo encargo por parte del Gobierno Republicano, completándose con el encargo posterior de El Guernica. Sueño y mentira de Franco I y II, se componen de una reducida serie de aguatintas y grabados que cuentan una historia. Resultan un antecedente temprano del cómic moderno y emparentan directamente con las tiras de Goya (La captura del bandido Maragato). Dibujadas a principios de enero de 1937, son de fácil lectura y carecen de palabras. Su intención forma parte de una clara campaña de propaganda en contra del régimen franquista, se llegaron a producir en tarjetas y los beneficios de las ventas se destinaron a financiar al Gobierno Republicano Español.
Hace poco leí en alguna parte que en ocasiones se pone en duda la opinión política de Picasso, y con estas obras, aunque cumplan con un encargo, creo que queda bastante clara su posición política remarcando sobre todo su repulsa hacia el patético dictador español que fue Franco, caracterizado en estas imágenes como una figura de aspecto monstruoso.



Dream and Lie of Franco, I and II (1937), Picasso.
Printed by Roger Lacouriére.

La carta en cuestión está dedicada a su amigo y compañero, Jean Cocteau (1889-1963), fechada en 16-19 de Noviembre de 1916, París.

Carta ilustrada a Jean Cocteau, Paris

El poeta, artista y director de cine francés conoció a Picasso en junio de 1915. Consiguió convencer a Pablo para realizar los decorados de su ballet revolucionario, Parade. Fue enviada por el pintor tras conocer que Cocteau estaba enfermo.


Mi querido Cocteau
estoy bastante triste por tu enfermedad.
Espero que te repongas en breve
para volver a verte pronto.
Espero verte en las fiestas del próximo miércoles de Montparnasse,
en honor al músico.
Tengo buenas ideas para nuestra historia teatral
hablemos de ellas
Con los mejores deseos

Picasso

Bacchanal with Kid and Spectator, 1959 (Picasso)

En 1948, Picasso conoce a Hidalgo Arnéra, impresor en Vallauris y experto en el grabado en linóleo. Aunque ya conocía la técnica, no será hasta 1954 cuando decide volver a trabajar en ella. Esta aventura durará cerca de diez años y como todo en Picasso, dió enormes frutos, más de 200 grabados en linóleo que el Met recoge casi en su totalidad. Picasso llegó a ser todo un experto en ésta técnica, dejando atrás los métodos tradicionales e inventando nuevos procedimientos.
La materia prima se fija sobre una tabla de madera, llamada "plancha".


Large head of Jacqueline in a hat, 1962 (Picasso)
Terracotta with black slip.


La técnica es igual a la de la xilografía o grabado en madera: se dibuja quitando el material y sólo se estampan las líneas y superficies que quedan en relieve. Para obtener el dibujo final, se sobreimprimen en la misma lámina todas las placas.

Large head of Jacqueline in a hat, 1962 (Picasso)
Linoleum cut. Printed by Hidalgo Arnéra.

Generalmente, se empieza por estampar los colores más claros y luego los más oscuros, aunque en ocasiones Picasso invierte el proceso, obteniendo colores más vibrantes y menos uniformes.

Las obras se concentran en dos tipos distintos:

Los carteles: editados con ocasión de exposiciones o de corridas de toros, etc. Dónde las tiradas más importantes oscilan entre 800 y 150 ejemplares.

Los retratos, bodegones, desnudos o bacanales… tienen tiradas variables, no superiores a 50 ejemplares.

Still Life with Hanging Lamp, 1962 (Picasso).
Linoleum cut. Printed by Hidalgo Arnéra.

Siguiendo con mis ya clásicos recorridos dispersos por el museo, llego a las obras de Pierre Cécile Puvis de Chavannes, (Lyon, 1824-1898), la excusa perfecta para sentarme en el banco central de la sala y descansar dentro de sus fascinantes atmósferas de quietud.

The River, 1865 (Puvis de Chavannes)

Nada más relajado que observar sus obras que gozan de una extraña habilidad para situarse en lugares perdidos en el espacio y en el tiempo. Este simbolista francés no muy conocido entre el gran público de hoy en día fue, en cambio un pintor de éxito en su momento. Decoró montones de edificios públicos en Europa y Estados Unidos. Elogiado y criticado al mismo tiempo, disgustó a impresionistas por su éxito y proximidad a las altas esferas y en cambio encandiló a otros como Gauguin y Picasso, así como al grupo de los Nabis que lo adoraron por su fantasía y el uso libre del color y de las formas. Aunque se trata de óleos sobre lienzo, su técnica simula la pintura al fresco y esto es la característica peculiar que hace que sus obras sean especiales. Sus temas se basan en la mitología, la historia y la literatura y dejan claramente a la vista sus referencias clásicas, obtenidas en sus viajes por Italia. Gauguin fue su más fiel admirador, aprendió de él el dibujo simplificado y una aplicación del color basado en el manejo de grandes superficies en un mismo tono.

The denial of Saint Peter (Caravaggio)

Adentrándome en las salas dedicadas a la pintura barroca, no puedo evitar dedicarle unos segundos a mi querido Caravaggio (Milán, 1571 - Porto Ércole, 1610). La foto es malísima pero poco me importa porque lo que deseo cada vez que me encuentro delante de una de sus obras es meterme dentro.
La negación de San Pedro
corresponde a una de sus últimas obras. En el claroscuro una mujer señala a Pedro mientras el soldado completa el trío. Así presenta el pintor simbólicamente las tres negaciones del apóstol a Cristo.
El secreto del pintor tenebrista se basa en colocar la oscuridad (osea, las sombras) en el claroscuro. Aunque no inventó la oscuridad, sí fue quien dio con la técnica definitiva, transformando el objeto en un eje de luz, cada vez mas penetrante. Este efecto no tendría tanta importancia sino fuera porque de esta forma se comienza a plasmar el físico y la psicología de los personajes de forma más real y aguda. Caravaggio fue un hombre de gran temperamento y su forma de interpretar los temas religiosos será la causa de muchos de sus problemas. Su verdadero poder se encuentra en la negación por idealizar las figuras. Su visión “terrenal y humana” de los personajes bíblicos era algo desconocido hasta el momento. Valiente y atrevido, pintaba sus obras directamente, sin necesidad de bocetos o dibujos preparatorios, lo que resultaba siempre toda una aventura cuando la iglesia le encargaba una obra.

The Penitent Magdalen (Georges de La Tour)

Cerca de esta sala se encuentra otra de mis obras favoritas, Magdalena penitente de Georges de La Tour (1593-1652). Éste pintor francés del barroco tiene una gran influencia de Caravaggio aunque se le relaciona más con los tenebristas holandeses de la escuela de Utrecht, como Honthorst. El misterio de sus obras radica en el origen de la luz, de procedencia concreta, una vela normalmente pero luz artificial siempre, mientras que en Caravaggio es un foco de origen impreciso. Su estilo es muy personal basado en una composicion equilibrada, casi geométrica. Su segunda època está compuesta por todas estas obras nocturnas, de luz blanca o rojiza con las que ilumina a las figuras, dejando el resto en absoluta oscuridad. En su obra hay ausencia de paisajes y arquitecturas y la paleta se reduce a la monocromía del rojo y negro. El resultado es esta belleza llamada María Magdalena, renunciando a los placeres de la vida por la penitencia y la contemplación. Se rodea de un espejo como símbolo de la vanidad y una calavera, como emblema de la moralidad y una vela que recuerda la iluminación espiritual.

View of toledo (El Greco)

Por último, esta Vista de Toledo, como una pequeña anotación nostálgica de otro de los grandes, El Greco (1541-1614). De estilo manierista, el pintor adopta un punto de vista bajo y se toma sus libertades en relación a la verdadera posición arquitectónica de la ciudad. Se trata de uno de los dos únicos paisajes que quedan pintados por El Greco. El otro es una vista y plano de Toledo que se encuentra en el Museo que la ciudad en cuestión le dedica. Lo peculiar es que esta vista tan admirada por expresionistas y surrealistas, es que constituye uno de los primeros paisajes de la historia de la pintura, ya que en ésta época aún no constituía género por sí misma. Seguida de La noche estrellada de Van Gogh y algún paisaje de Turner, se encuentra además como una de las mejores representaciones del cielo de todo el Arte occidental.

Abandono el museo, con los pies destrozados y muerta de frío. El próximo día, no me dejaré impresionar por el calor y prometo venir con una manta porque aún me queda mucho por recordar...

Como siempre, las fotos, malísimas (lo reconozco) han sido todas tomadas por mí (S.R.) en The Metropolitan Museum of New york - 2010

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