16 de junio de 2010

Williamsburg stories

Capítulo cinco

Tips, what a nightmare!!


Odio este momento. Se me corta el rollo cada vez que tengo que hacer algo que implique ése minuto en el que tu cerebro a la velocidad de un rayo, decide qué lleva propina y cuál es el importe de ésta. Sí, los europeos somos conocidos como roñas por estos lares pero es que ¡¡no nos cabe en la cabeza!! Entiendo el concepto de dar dinero extra como agradecimiento al esfuerzo (hablamos de un homenaje simbólico, ¿no? Es decir, unos eurillos) e incluso apoyo la recompensa por un trato agradable (vuelvo a lo de los eurillos simbólicos). Pero de ahí a tener que pagarle YO el sueldo a un empleado porque su jefe no lo hace, ehhhh, hello! ¡Eso es ilegal en mi país! Y es que así va la cosa, eres camarero y o bien cobras un sueldo base mínimo o directamente ni lo cobras, por lo que en muchos casos sólo te llevas lo que saques en propinas. Claro, así cómo para permitir que alguien se pire sin dejar dinero. Después de 8 horas trabajando, sin seguridad social ni contrato, lo mínimo es comerte al listo que pretende irse sin dejar un tanto por ciento de lo que ha consumido… No quiero entrar en terrenos pantanosos porque está claro que el tipping es un concepto en el que americanos y europeos no logramos ponernos de acuerdo.
Por ello hago que me repitan la teoría nada más cruzar la frontera y mentalmente me la repito a mí misma cada vez que llega el momento: 20% mínimo si es restaurante, si es taxi amarillo, también pero si es taxi de los negros no, sólo un par de dólares, si es bebida en un bar, dólar por bebida, si es un café y hay bote en la barra, se deja el dólar directamente dentro, en estos casos pueden ser monedas, ahhhh!! Mierda, ¿era así o me he liado otra vez? ¿¿He dejado de menos o de más?? Pero el caos ocurre cuando van y te invitan a una bebida, por ejemplo, un camarero, ¡échate a temblar! Entonces tienes que dejar un propinón doble que directamente te sale igual que si lo hubieras pagado desde el principio, la diferencia es que la pasta se la lleva el camarero pero de extranjis. ¡¡Me quedo loca!! Lo peor es sorprenderme a mí misma tramando cómo evitar desprenderme de ésos dólares de más que mi subconsciente considera injusto soltar porque vamos a ver, si hago la compra en el súper y un señor sin yo pedírselo me mete las cosas en una bolsa, ¿¿qué hago?? Pues la mayoría de las veces sigo mi instinto, que es salir corriendo y agachar la cabeza mientras estrujo los billetes en mi puño. Patético, lo sé.

Hasta que por circunstancias de la vida, te sitúas al otro lado. Haces un trabajo para alguien y además de tu sueldo estipulado, se incluye una propina, por ejemplo; babysitting, te pagan poco la hora pero se compensa con una propina, y ahí es cuando viene la sorpresa porque esto implica que la tip sea mala o muy buena, en cuyo caso de repente, el mundo propina te parece una grandísima idea.

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