10 de junio de 2010

Días relajados pero productivos. Para empezar y como resultado de mis paseos por librerías de aquí y allá estoy descubriendo artistas gráficos muy interesantes.
Los libros del americano John Porcellino, "King-cat", los ojeo en la librería Spoonbill & Sugartown (Williamsburg). Es un sitio pequeño pero intenso y bonito, repleto de libros fascinantes de primera y segunda mano que cuenta con una buena sección de novelas gráficas. Este autor en concreto es un clásico dentro del mundillo y mola reírse con su peculiar forma de ver la vida. Además fue aquí donde descubrí a este otro habitante de Brooklyn, Charmaine Wheatley, que narra historias de gente real a través de unos dibujos en acuarela. Las historias no me arrebatan pero el estilo me parece muy interesante.


En St. Mark´s Bookshop (cómo no) hice dos descubrimientos maravillosos, ambas mujeres y del norte de Europa:


Anneli Furmark, una ilustradora de cómic sueca que me parece lo más. Sólo con este hallazgo me quedo contenta. Me declaro públicamente fan incondicional.


Y Amanda Vähämaki, artista gráfica finlandesa. Estilo personal y colorido, con el que crea ambientes mágicos. Maravillosa también.


Además pude cotillear tranquilamente (adoro estas librerías dónde tocar y releer los libros que desees es algo aceptado e incluso encuentras sillas dónde tirarte horas sin la presión de tener que comprar por obligación) Diary of a wimpy kid (rodrick rules), de Jeff Kinney. Un clásico de la literatura infantil. ¡Buenísimooo! Los dibujos son sencillos pero con rollo y las historias geniales. Muy a lo Pequeño Nicolás.

Finalmente, de camino a casa, entre un montón de cosas tiradas, (otra gran costumbre americana que se ha convertido en toda una tradición y que aplaudo con entusiasmo. Tirar en mitad de la calle todo lo que no se usa o venderlo por un par de dólares simbólicos. ¡Encuentras verdaderas maravillas!) apareció este librito de Doris Lessing que ahora es mi excusa favorita para sentarme en el café más bonito de todo Nyc. Se llama Bakeri. Está, cómo no, en Williamsburg...

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