10 de abril de 2010

An education to be free


Me enganchó desde el minuto 1 y todavía un día después de haber visto la peli, sigo colgada de la sensación con la que salí del cine. An Education va de amor. Amor a la vida, a querer ser joven para siempre y guapa, y porqué no, chica, lista, a soñar con el mañana -ese día en el que te despiertas siendo maravillosa y segura de ti misma-, a ese deseo romántico que hemos tenido tantas de libertad, de fumar mientras, sensuales y sexys, bebemos vino en un café de París, escuchando jazz, luciendo entallados vestidos negros y sabiéndonos adoradas por hombres atractivos que saben ver más allá y apreciar nuestra verdadera esencia. En fin, un puto sueño. ¿Pero hay algo más romántico que eso? Recuperar esa sensación de que la vida aún puede ser como la soñaste cuando eras joven, aunque sea con una película, un libro o una canción, y hacerlo realidad sólo por un minuto.




Lynn Barber, renombrada periodista inglesa, escribió un relato breve para la revista Granta que Nick Hornby adaptó maravillosamente (como era de esperar) en el guión de esta película y que la realizadora danesa Lone Scherfig hace realidad. Carey Mulligan hace un trabajo delicioso dando vida a la protagonista de la historia, que se desarrolla en el comienzo de los 60, época en que la revolución sexual está a punto de comenzar, cuando Londres aún no conocía la existencia The Beatles y la mujer empieza a ser dueña de su destino.
En fin, hay poco que pueda yo añadir. Simplemente verla y disfrutarla.

(El escritor Nick Hornby)

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