27 de diciembre de 2010

MARUJA MALLO

Maruja Mallo (Lugo, 1902 - Madrid, 1995)

Un día cualquiera de la semana pasada al llegar a casa, cansada (razón por la que últimamente no escribo demasiado en el blog, supongo que demasiados proyectos en marcha al mismo tiempo), empapada por la lluvia, hambrienta, sólo me quedaban ganas de sofá, sopa y manta. Y me puse la tele, así lo confieso. En cambio no dio tiempo ni a que el famoso zapping se produjera, quiso la casualidad o el destino que cayera en La 2 ante un docu recién empezado sobre Maruja Mallo. Y ahí que me quedé, fascinada y como en trance. Que haya personajes por el mundo rabiosos de originalidad y fuerza creativa es increíble, casi como un pequeño milagro, especialmente porque su existencia siempre me parece una isla flotante entre tanto aburrimiento y mediocridad. La vida no es gris, es de mil colores. Y sí, en el juego de la vida, es posible que cada uno cree sus propias reglas, para luego hacer con ellas lo que se quiera. Somos afortunados si encontramos a alguien que nos lo recuerde de vez en cuando, que nos despierte y nos haga sentir.

Maruja Mallo en su estudio de Madrid, 1936.

Esta gallega menuda y guapa de nombre rítmico debería retumbar en todos nuestros cerebros con la misma claridad como si del mismo Dalí se tratara (por poner un ejemplo fácil). Pero no ocurre, ¿porqué? ¿Por ser mujer? ¿Por su obligado exilio? ¿Por culpa de una dictadura que anestesió las mentes de sus ciudadanos y eliminó todo contacto cultural con el exterior? El caso es que la figura de esta pintora es grande y su importancia en el arte, indiscutible.

La Verbena. Maruja Mallo. 1927. Reina Sofía.

Fue en Madrid, en su época de estudiante de Bellas Artes cuando trabó amistad con Dalí, Lorca, Buñuel, Margarita Manso, María Zambrano, Alberti, Miguel Hernández… porque aunque parezca mentira, ¡Madrid molaba mucho en aquella época!
En el 1927 pasó a formar parte de la 1ª Escuela de Vallecas, fundada ése mismo año por el escultor Alberto Sánchez-Pérez y el pintor Benjamín Palencia. Su valiente objetivo era la renovación del arte español como respuesta al vanguardismo internacional que se está desarrollando en ese momento en el resto de Europa. Para ello mezclan el color fauvista, la geometría del cubismo y la tradición temática del paisaje castellano. Los artistas se citaban en Atocha alrededor de las 3 de la tarde e iniciaban su marcha hacia Vallecas, en busca de motivos inspiradores.
En 1928, Ortega y Gasset le organizó su primera exposición en los salones de La Revista de Occidente, resultando un éxito. A partir de la cuál desapareció como mujer para surgir su reconocimiento como artista.

El Espantapájaros. Maruja Mallo. 1929.

En los años 30 se va a París, donde conocerá a Magritte, Max Ernst, Miró, de Chirico, Bretón y Paul Éluard. Comienza su etapa surrealista. Su éxito se hace oficial cuando Bretón le compra su obra Espantapájaros, considerada hoy como una de las obras indispensables del surrealismo.

La sorpresa del trigo. Maruja Mallo. 1936.

Regresa a Madrid como consecuencia de su compromiso con la República. Se trata ahora de su etapa docente en la que enseña dibujo y cerámica en un instituto de Ávila y a su vez estudia matemáticas y geometría que aplicará posteriormente a su arte. Pero llega la Guerra Civil y voluntariamente decide su marcha a Buenos Aires ante el horror que se avecina.
Allí será reconocida rápidamente. Son años muy productivos en los que viaja, crea como loca y expone en Nyc, París, Brasil, …


Comienza su serie de retratos femeninos que serán precursores del pop americano e inicia su etapa cósmica.

Corales y conchas. Maruja Mallo.

Con el inicio del peronismo, nuevamente se marcha del país para instalarse en Nyc.
Regresa finalmente a España en 1965, tras 25 fructíferos años de exilio, para darse cuenta que es una desconocida en su propia tierra. Pero irremediablemente la generación de los 80, joven y ávida de emoción tras una dictadura infumable, cae rendida a sus pies.

En la entrevista a Maruja realizada ya al final de su vida decía que la soledad es el mayor patrimonio de cada cuál y afirmaba con rotundidad que el hombre se mide por la cantidad de soledad que es capaz de soportar. Estas palabras resuenan en el salón vacío de mi casa y desde hace días no dejo de darle vueltas. Por alguna extraña razón me conmueven hasta hacerme sentir totalmente en paz. Amén, Maruja. Eliminar de nuestro interior el miedo a la soledad para hacer de ella nuestro mejor aliado. Qué gran verdad.


“Tú, tú que bajas a las cloacas dónde las flores más flores son ya unos tristes salivazos sin sueños y mueres por las alcantarillas que desembocan a las verbenas desiertas para resucitar al filo de una piedra mordida por un hongo estancado, dime por qué las lluvias pudren las hojas y las maderas. Aclárame esta duda que tengo sobre los paisajes.
Despiértame.”

Rafael Alberti, “Ascensión de Maruja Mallo al subsuelo“. Gaceta Literaria, 61. 1929.

1 comentario:

  1. Aunque llegue con varios años de retraso, muchas gracias por este maravilloso post dedicado a Maruja Mallo. Estoy estudiando la figura de Miguel Hernández y el nombre de Maruja Mallo aparece en su biografía sentimental. Dos fuerzas creadoras tan intensas unidas.

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