17 de noviembre de 2010

James Ensor


Planazo ideal para un día libre, exposición de James Ensor. Un mini lujo que propone discretamente la Fundación Carlos de Amberes bajo el título de La belleza de lo grotesco y que sirve además para celebrar el 150 aniversario del nacimiento del artista. Digo discretamente porque este lugar siempre deleita con joyitas así, sin mucho bombo ni platillo. Las descubres un poco al azar y mola llegar, darte el gustazo y estar prácticamente sólo en la sala, disfrutando a tu antojo de lo que tienes ante ti. En este caso el gustazo nos lo damos con la muestra de la colección privada de Frank Deceuninck, que incluye un par de versiones del enorme (y nunca mejor dicho) Entrada de Cristo en Bruselas.
¡¡Súper recomendable!! Porque además este pintor es casi desconocido en España, apenas hay obra suya (con excepción de 3 obritas repartidas entre el Thyssen y el Bellas Artes de Bilbao).

Comienza el recorrido con una serie de "delicadas" acuarelas de paisajes y marinas en las que Enson retrata su ciudad natal, algo sorprendente para el gran público entre el que me incluyo ,ya que la obra de este artista no se caracteriza precisamente por este adjetivo. Esto se explica indudablemente por influencia de la escuela flamenca.


El Martirio de San Andrés (1636-1639). Rubens.

Cambiamos de sala y nos metemos en lo que años atrás fue la Capilla de San Andrés y que todavía hoy en día queda presidida por El Martirio de San Andrés (1636-1639) del mismísimo Rubens. Justo al otro extremo de la sala, nuestra atención queda secuestrada por las distintas versiones de Entrada de Cristo en Bruselas, el cartón compuesto por 4 paneles y fechado en 1930 (el original está datado en 1888) y el tapiz (encargo de un particular en 2008). A través de este estallido de color es como Ensor revisita a Cristo, no puedo evitar que me parezca divertido encontrar ambas versiones de distintos aspectos de la vida de Cristo en la misma sala, el martirio visto por Rubens y la entrada triunfante de Ensor. Mola, en serio. Precisamente la religión es un asunto por el que Ensor se sintió particularmente obsesionado, llegando a sentirse identificado con la figura de Cristo. Carnaval, muerte y sátira. Así representa la farsa de lo social.

Tapiz de lana de Entrada de Cristo (2008), Ensor. (Imágenes superior e inferior).
Tapiz realizado con motivo de la exposición conmemorativa del centenario del nacimiento de Bélgica como nación. La obra fue llevada a cabo por iniciativa del artista y crítico de arte Haesaerts y el propio J. Ensor.

Cartón de Entrada de Cristo (1930), Ensor.

James Ensor (1860-1949) vivió casi toda su vida en la costera ciudad de Ostende (Bélgica), con escasas y breves ausencias, lo cuál le mantiene al margen de las vanguardias que se desarrollaban al mismo tiempo en el resto de Europa. Pero ni falta que le hace porque la genial extravagancia de este artista le convertirá en unos de los más originales, llegando a influir de manera directa en otros grandes pintores (como Klee, y especialmente en Nolde) así como en los movimientos que le sucedieron. Fue miembro fundador del grupo Les XX y a partir de los años 20 recibe el reconocimiento oficial a su carrera hasta que en 1929 se culmina con la retrospectiva de toda su obra en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas.

Los cocineros peligrosos, 1896, Ensor.
La obra muestra a varios pintores del grupo Les XX sirviendo comida a unos críticos de arte. Ensor aparece a lo San Juan Bautista, con la cabeza en bandeja. El portador de la ofrenda es Octavie Maus, otro de los creadores del grupo. Al lado, Edmond Picard fríe la cabeza de Guillaume Voguels, otro artista de Les XX. Del techo cuelga Anna Boch, única mujer del grupo. Todo esto es obviamente una crítica.

Si hay algo que caracteriza su trabajo, yo diría que es la modernidad, cualidad que se refleja en el manejo de la luz, en el espíritu alegórico, novedoso y satírico siempre presente en su trabajo. Es atrevido y experimenta sin miedo, lo que de alguna forma le lleva a convertirse en una especie de visionario al “adivinar” una tendencia que aún está por llegar, en la cuál la pintura será medio de expresión para la emoción al mismo tiempo que una crítica de la realidad social. Digamos que hace más fácil el camino para los siguientes (dadaístas y surrealistas) gracias a la temática espeluznante que Ensor desarrolla.

Otra crítica, en este caso Los malos médicos (1895), Ensor.

Los expresionistas le seguirán afectados por su ironía, así como por el color intenso y expresividad. Por otro lado, las influencias que marcan su trabajo provienen de Turner y los impresionistas en el manejo de la luz y el color, de El Bosco o Brueghel en la caricatura y en su aspecto más extravagante (genial, ¡y tan propio del cómic más actual!) o de Goya en sus irónicos grabados.

Hombre orinando (1887), Ensor. La foto es malísima pero ¡¡qué me decís de los grafitis del muro!!

Resumiendo, que si habéis llegado hasta aquí y os pica la curiosidad, ¡ya estáis tardando en pasaros por allí! (Sólo cuesta 3 euritos y los martes es gratis...).

*Exposición comisariada por Xavier Tricot. Experto en Ensor.

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