4 de octubre de 2010

Nuevos Realismos: 1957-1962.

Visitando esta semana la exposición Nuevos Realismos: 1957-1962. Estrategias del objeto, entre readymade y espectáculo en el Museo Reina Sofía, he encontrado la excusa perfecta para hablar de dos artistas de los cuáles llevaba un tiempo buscando el momento, Robert Rauschenberg y Claes Oldenburg.
El primero porque siempre me ha atraído especialmente, sintiéndome muy identificada con su obra y el segundo, porque me llamó la atención este verano en el Moma de NY y me quedé con ganas de mencionarlo.
Esta maravillosa exposición cuenta lo que ocurrió en un breve espacio de tiempo, apenas 5 años en los cuáles, se crea un movimiento artístico abrumador por su importancia.
Ocurre en Europa y bajo la dirección del crítico de arte Pierre Restany, quién publicará un manifiesto en 1960 firmado por los artistas que protagonizan la muestra.
En estos momentos se está desarrollando en Norteamérica el expresionismo abstracto. Justamente este verano, por mis meses de estancia en Nueva York, he escrito bastante sobre este movimiento y en concreto sobre Pollock. Por tanto ahora y de la mano del Reina Sofía, llega el momento de ver lo que ocurre paralelamente al otro lado del charco.

Este grupo de artistas europeos decide adueñarse de imágenes realistas que se consideraban triviales hasta el momento para dar un enfoque diferente y nunca visto, hasta convertirlas en obra de arte. Son objetos desechados por la sociedad, que convertirán en símbolos de consumo. Desaparece al mismo tiempo el material noble usado por los realistas (el bronce o la piedra) para ser sustituido por la chapa y el cemento, es decir, materiales industriales. Se puede decir que el objeto pasa a ser el verdadero protagonista de esta historia.

¿Y cómo ocurre esto? Pues moldeando la realidad urbana mediante una técnica basada en montajes o assemblage, que es como Dubuffet lo llama en 1953. Término que adoptará su carácter oficial tras la exposición celebrada por el MOMA en 1961 bajo el título, The art of assemblage. Con el tiempo, la definición incluirá desde collages o accumulations, originando otros estilos como el Junk Art, Pop Art, Funk Art, happenings… etc.
Es, en definitiva, un periodo corto pero intenso que incluso hoy en día sigue siendo rompedor. A veces queda un tanto oculto por el éxito popular adquirido por los movimientos que lo sucedieron, en concreto el Pop Art y el Minimal. Fue un laboratorio de ideas y experimentación que dio como resultado un arte que sigue resultando incómodo, es decir, del que remueve algo por dentro.

La muestra comienza precisamente con El Botellero de Duchamp, el rey de los incomprendidos, además del fundador del readymade. Se trata de un “objeto encontrado”. Mediante esta técnica (ready made se traduciría como ya hecho), el artista convierte objetos que no tienen ningún valor artístico, en verdaderas obras de arte al añadir tan sólo una pequeña transformación y sacándolas de su contexto original. Sin entender este capítulo que inicia Duchamp, resulta imposible entender el arte actual. Rompió reglas que aún hoy siguen abriendo interrogantes.

El Botellero, de Duchamp

Continúa la exposición con Yves Klein (1928-1962) y sus primeros trabajos monocromos.
Aunque en un principio experimenta con distintos colores, acabó centrándose a finales de los 50 en el azul intenso. El international klein blue. La elaboración de sus cuadros llegó a convertirse en ocasiones en todo un espectáculo, una performance desarrollada ante un público vestido formalmente para la ocasión y con música de fondo, The Monotone Symphony.
Klein mantuvo una estrecha relación con Arman (del que hablaré un poquito más abajo), llegando a colaborar juntos en múltiples ocasiones.

Obras de Yves Klein, Reina Sofía, 2010

Frente a él, Piero Manzoni (1933-1963). Este italiano desarrolló un arte conceptual “irónico“. Mientras Klein experimentaba con el color, él lo hacía con pigmentos y materiales.

Achrome, 1959. Piero Manzoni. Reina Sofía, 2010.

En 1961 causó furor con sus latas rellenas de mierda de artista. Tal cuál. Las vendía al peso según la cotización del oro del día y algunas se conservan aunque otras explotaron por la expansión de los gases (!!). Esto se traduce como una crítica sobre la valoración de las obras de arte. Por tanto resulta muy “irónico” recordar que en 2007, un ejemplar se subastó por 124.000 euros.
Merda d´artista, 1961. Piero Manzoni. Reina Sofía, 2010.

Arman (1928-2005) nació en Niza, al igual que su amigo y compañero Yves Klein. En cambio, su camino elegido fue el de convertirse en un delicioso acumulador que recogía todo lo que veía útil por las calles de París, para componer estas esculturas llenas de contenido.

Poubelle, 1960. Arman. Reina Sofía, 2010.

A continuación entramos en el mundo en movimiento de Tinguely (1925-1991).

Distintas perspectivas de Huevo de onocrotalo n2, 1958. Tinguely. Reina Sofía, 2010.

El artista suizo se internó en el arte cinético de tradición Dadá, gracias a sus máquinas esculturas. Oficialmente llamada metamecánica. Satiriza así la superproducción de bienes materiales.


Distintas perspectivas de la misma máquina de Tinguely. Reina Sofía, 2010.

Además, se dedica una sala a su Homenaje a Nueva York mediante un vídeo que recuerda la escultura que se autodestruía poco a poco en el MOMA, allá en 1960. Como él mismo comenta en el vídeo, el valor está en las cosas que no duran para siempre...

El baile de los pobres. Instalación de Tinguely. Reina Sofía, 2010.

Y llegamos a Rauschenberg (1925-2008). El artista americano fue el máximo representante del Pop Art en su país. En los 50 creó los combines, un conglomerado de materiales y objetos no tradicionales que unía en extrañas combinaciones. Una mezcla de pintura y escultura al mismo tiempo.

Untitled / Sin título, 1957. Rauschenberg. Reina Sofía, 2010.

1953 resultó un año polémico en su vida, se divorció de su mujer, borró un dibujo de Willen de Kooning y se lió con el pintor Cy Twombly para más tarde iniciar una relación con el igualmente artista Jasper Jons. Si lo menciono es, porque al igual que sus obras, la vida puede ser muy rica y sorprendente…

Dylaby, 1962. Rauschenberg. Reina Sofía, 2010.

Oldenburg expone en 1960, La calle, en la Judson Gallery, un sótano de una iglesia en Washington Sq. Era su 1ª expo individual. Y para ella creo figuras y objetos en materiales baratos componiendo con todo ello un paisaje urbano.
Un año después expone la tienda, con alimentos y otros objetos hechos en alambre, yeso y tela. Su intención era crear un realismo mimético parecido a una imagen publicitaria. Al visitar la expo, se te obligaba en cierta forma a entrar dentro de la escultura literalmente, todo una novedad para la época.

Media tarta de queso, 1961. Oldenburg. Reina Sofía, 2010.

Mientras, Allan Kaprow (1927-2006) fue pionero en performance y happenings. Integraba arte y vida hasta fusionar ambas acciones con el público. Todo conectado entre sí, formaba la verdadera obra de arte.

Aquí un ejemplo pictórico de su trabajo, Histeria (1956). Allan Kaprow. Reina Sofía, 2010.

En la muestra también encontramos ejemplos de las primeras envolturas de Christo(1935), antes de que llegara a adentrarse en el Land Art y sus mega instalaciones artísticas. Fue en 1958 cuando conoce en París a su esposa y compañera Jeanne-Claude (fallecida en 2009 y con la que formó tándem artístico inseparable), al igual que a Yves Klein y a Pierre Restany.

Cinco latas envueltas y una botella, (1958-59). Christo. Reina Sofía, 2010.

Daniel Sperry (1930), es un suizo de origen rumano cuya especialidad fue en aquél momento, capturar una serie de objetos, fijarlos y exponerlos en una pared. Es lo que se conoce como Snare-pictures.
No podemos olvidar que es un artista fundamental en la historia del siglo XX aunque a pocos les suene su nombre.


La Maleta, 1961. Daniel Spoerri. Reina Sofía, 2010.

Deschamps, también ensambla objetos o trapos, convirtiéndolos en el material protagonista. En este caso, crea texturas con ropa interior femenina. Fue censurado en diversas ocasiones por utilizar estas prendas.

Lo importante es el arte rosa, 1960. Deschamps. Reina Sofía. Imagen de la obra y foto del detalle.

Por último y no menos importante, nombrar la presencia del italiano Mimmo Rotella (1918-2006), inventor de una poesía fonética en la que mezclaba palabras, sonidos, pitidos y onomatopeyas. Parte de carteles publicitarios con los que compone una nueva realidad. Lo que se llamó el Décollage y que triunfaba en Italia, al mismo tiempo que el Pop Art reinaba en Norteamérica y el Neodada en Europa.

Arriba a la derecha, Pepsi Cola, 1960. Abajo, Sai, 1959. Ambos de Mimmo Rotella. En primer plano, asoma Montaña, de Allan Kaprow. Reina Sofía, 2010.

Por supuesto me dejo artistas en el tintero. Igualmente, me quedo con mala conciencia si no hago una muy pequeña mención al papel, como siempre, discreto de la mujer en ésta época. Fue una aportación fundamental sin la cuál, estoy segura, el resultado no habría sido el mismo, ya que es ella la que regenta la mayoría de las galerías de importancia del momento. Gracias a su iniciativa y buen ojo, el arte salió así de los talleres a la calle, en performances, happenings,… abandonando un museo rancio e instituciones aburridas y anticuadas.

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