16 de septiembre de 2010

Brooklyn Museum

Me quedan algunos “flequillos” sueltos de los que hablar y es que la visita al Brooklyn Museum me aportó tanta información que no encuentro el momento para escribir sobre ello. Para empezar, es un lugar que me resulta bastante peculiar. Enorme, de pasillos y salas desproporcionados, sin apenas gente y con una colección un tanto desparramada (no sé si este término es muy técnico pero es lo que mejor resume la sensación que me produce). Es el lugar perfecto para perderte sin más pretensiones que pasear y deleitarte con la vista. Allá voy. Aviso, ¡habrá segundo capítulo!

Imágenes tomadas por mí del almacén del Brooklyn Museum

Por su situación, es un museo que da prioridad a las minorías, es decir, mujeres y artistas de color (no encuentro una manera en la que esto suene bien, así pues, artistas que no son hombres blancos). En el hall de entrada nos encontramos con un cuadro de enormes dimensiones que desborda humor irónico a raudales. El autor es Kehinde Wiley (americano, 1977) y la obra, Bonaparte cruzando los Alpes en Grand-Saint-Bernard (de 2005) es una versión modernizada del Napoleon leading the Army over the Alps (o Napoleón franchissant les Alpes), de Jacques-Louis David, cuya composición muestra en una versión muy idealizada el verdadero cruce de los Alpes por Napoleón y su ejército en 1800.

Ambas versiones de Napoleon leading the Army over the Alps, arriba la de Kehinde Wiley y abajo la original de Jacques-Louis David.

Según declaró su autor, Wiley, la obra habla del mundo en el que vivimos, haciendo referencia a los hombres de color, que también lo habitan. Su decisión es incluirlos en él y ésta es su manera de afirmar a los suyos. Es interesante la comparación entre ambos retratos. Recordamos que en el siglo XVIII, las personalidades importantes de la iglesia y la aristocracia ordenaban sus retratos como símbolo de poder dentro de la sociedad. Aquí, Bonaparte es sustituido por un joven afroamericano anónimo que viste a la manera actual. De esta forma se redefine y afirma la identidad negra y se cuestiona la pintura occidental. Se abre por tanto un diálogo muy evitado y que cada vez más es motivo de tertulias en la historia del arte actual, que ha recogido solamente la tradición occidental y olvidó contarnos el arte del resto del mundo y sus distintas culturas.

Siguiendo esta trayectoria que el museo marca intencionadamente, destaco algunos autores que me llamaron la atención como Kara Walker, de la que ya hablé por su mural en el Moma. En este caso, la obra es mucho más impactante aunque su tamaño sea mínimo, Burning African village play set with big house and lynching (2006). El título lo dice todo (Aldea Africana ardiendo compuesta por una casa grande y un linchamiento).

Burning African village play set with big house and lynching, de Kara Walker.Brooklyn Museum

Muy cerquita encuentro esta otra obra, A little taste outside of love, 2009. La autora Mickalene Thomas, es junto con Kara Walker, otra de las “novedades” del arte actual. La joven artista se inspira en las imágenes icónicas de afroamericanas que fueron emblema del movimiento femenino o black power movement. Además potencia su trabajo inspirándose también en las fotografías de los 70 hechas por su madre. Crea estos murales de gran tamaño que exploran a la mujer como objeto, en concreto a la mujer afroamericana. Aquí vemos el arquetipo de mujer como objeto sexual que parece cogida por sorpresa, mientras nos muestra su belleza de forma pasiva. Volvemos otra vez a recordar todos aquellos retratos de bellas mujeres y Venus “blancas” recostadas y asistidas en muchos casos por sus criadas negras, que los pintores europeos nos dejaron para deleite nuestro. Por último, se cuestiona el gusto por la estética disco de los 70 en comparación con el “buen gusto tradicional“.

A little taste outside of love, 2009. Mickalene Thomas, Brooklyn Museum.

Y un descubrimiento de los que me dan la vida, Sylvia Plimarck Mangold. Ya había visto alguna obra suya en el MOMA y en el Whitney. Curiosamente, sus cuadros me llaman poderosamente la atención. Son de los que me atraen desde el final de la sala para comprobar una y otra vez que todos coinciden en la misma persona. Esta pintora americana nació en 1938 en Queens (Ny) y es conocida por sus detalladas descripciones de paisajes e interiores. En concreto destaco dichos interiores con suelos como únicos protagonistas. Hay algo extraño en sus ambientes que me conmueve enormemente. Quizá las historias que no se ven…

Floor with laundry, Sylvia Plymarck Mangold. Brooklyn Museum.

No puedo acabar sin comentar algo sobre la exposición que realmente me llevó hasta allí, por supuesto Sojourn de Kiki Smith. Intentaré no alargarme demasiado porque tengo la sensación de que he hablado mucho sobre esta artista ya y temo repetirme. Pero para resumir diré, que Kiki eligió como motor de inspiración en esta ocasión una obrita maravillosa de Prudence Punderson (Connecticut, 1758-1784).

Silk Embroidery, 1783. Prudence Punderson.

La foto es horrible pero es robada, más no puedo ofrecer. ¡A googlelear el que quiera más detalles! Imposible que os suene el nombre, esta señora era una bordadora en seda que con su obra nos ofrece la posibilidad de mirar a través de una ventana para ver cómo vivían las mujeres en el periodo Federal. Se reflejan los tres estados de la vida; nacimiento, edad adulta y muerte. Es una imagen rara, no sólo por el tema elegido sino por la manera de mostrarlo, en el que una esclava forma parte fundamental de la escena y la mujer protagonista está desarrollando una actividad artística en vez de una típica de esposa y/o madre. Por supuesto, esta obra encaja a la perfección en los gustos de Kiki Smith y este es el resultado:

Singer, 2008. Kiki Smith. Sojourn, Brooklyn Museum, 2010.



Detalles de la exposición Sojourn, de Kiki Smith para The Brooklyn Museum, 2010.

The Mother, 2009 (detalle). Exposición Sojourn, de Kiki Smith para The Brooklyn Museum, 2010.

Detalles de la exposición Sojourn, de Kiki Smith para The Brooklyn Museum, 2010.

Al acabar la exposición, desembocas en una sala donde la instalación The dinner party, de Judy Chicago, te recibe con los brazos abiertos. Esta cena en forma triangular (forma elegida a propósito por su simbología femenina y que además representa la igualdad) recoge a 39 personalidades míticas de la historia de las mujeres, repartidas en 3 grupos de 13 cada una (nuevamente el 13 por la similitud con la última cena, evento mítico protagonizado únicamente por hombres).
Los grupos son, la Prehistoria (desde las primeras diosas hasta Hypatia), cubriendo así el mundo clásico, el segundo grupo parte de Marcella y cubre la cristiandad hasta el siglo XVII y la Reforma. Y por último, la edad de la Revolución, hasta el siglo XX y las imprescindibles Virginia Woolf y Georgia O´Keeffe.

The dinner party, Judy Chicago. Brooklyn Museum.

Esta obra fue producida de 1974 a 1979 y a pesar de una primera resistencia por parte del mundo del arte, reunió a 1 millón de visitantes por aquellos países por los que pasó. Finalmente, desde 2007, parece haberse asentado en este museo permanentemente. La obra aúna distintos utensilios y técnicas de tradición doméstica y femenina, como la vajilla, tejidos, así como formas propias de la simbología femenina (vulvas, flores, etc). Se trata de una obra hecha en equipo, ya que colaboraron en ella hasta 125 personas relacionados con distintos aspectos como ceramistas, tejedores, etc. Faltaría comentar el escándalo y las críticas que la obra recibió, incluso por parte de mujeres, como O´keeffe, que siempre negó que su trabajo tuviera cualquier significado sexual o de género.
Con los años, las críticas que levantó en su momento se han ido moderando hasta aceptar la validez de su trabajo.

1 comentario:

  1. Me interesa tu punto de vista al analizar algunos artistas, no con todo estoy de acuerdo pero por lo menos alguien se para a observar a otros artistas o más bien maestros.

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