¡Qué saturación de información en tan sólo unos días! Visitar todas las galerías existentes en esta ciudad es imposible. Está bien, ¡lo asumo! Todos los barrios tienen su propio circuito, y he de decir que muchas de ellas aportan propuestas interesantes. Así que, tras decidir que verlas todas me dará más dolor de cabeza que renunciar a muchas, he terminado por visitar las que se pongan en mi camino. A favor, que la sorpresa será mi mayor amiga, en contra, llegaré tarde a todas partes. Lo cuál en esta ciudad tampoco parece un problema…
En la Japan Society, exposición sobre ilustradores del 1800-1900. Particularmente me interesaron los retratos femeninos y los detalles delicados que estos artistas siempre añaden a su obra.
Sideshow en Williamsburg, exposición de Paul Baumann, genial. Esta es de las galerías que aparecieron en mi camino de improviso.
Sideshow en Williamsburg, exposición de Paul Baumann, genial. Esta es de las galerías que aparecieron en mi camino de improviso.
Este artista se define como acumulador (qué gran definición de uno mismo, ¿no? Lo dice todo). Utiliza como punto de unión en su trabajo el color. En este caso el blanco. Organiza un collage gigante con lo que encuentra en el cubo de la basura y lo tiñe de un halo de belleza nueva. Ver la vida con otros ojos es lo que nos propone. Interesante ese aspecto humano que utiliza, desecha y recicla los artefactos más diversos. Una especie de comparativa entre el ciclo de vida de un objeto y el vital del hombre.
En Bowery Street, muy cerca del New Museum, encontré esta galería que me ha fascinado, Salon 94, dónde Richard Price muestra su obra, una serie de camisetas (T-shirt paintings) pintadas. Se trata de una retrospectiva de 25 años de trabajo. Pero es el lugar lo que me resulta increíble, un viejo restaurante sin renovar. Así tal cuál, con sus goteras y sus agujeros en el suelo. Curiosamente la obra se fusiona de tal manera con el espacio que el conjunto resulta perfecto. Me puse un poco triste porque creí entender que cierran en unas semanas para hacer obra. Lástima.
Por qué son tan amarillas?? Si era todo blanco virginal!
ResponderEliminarPor cierto, no has mencionado todavía aquí al japonés octogenario que hacía esculturas con chapa de metal?? O es que me he saltado el post... ?
ResponderEliminarTienes razón. Olvidé comentar sobre la galería más bonita!! Gracias, asistant.
ResponderEliminarLo del color amarillo, ... en fin, yo también me lo pregunto... je!