10 de enero de 2010

De acuerdo, lo admito, esto me ha pillado por sorpresa. No había oído nunca antes este cuento que al parecer todos guardan como un tierno recuerdo de infancia.

Así que movida por la curiosidad pregunto a mis amigos (de habla inglesa por supuesto porque los españoles están como yo). Curiosamente todos mencionan lo mismo: a su madre y el formato del libro. Lo cuentan con una sonrisilla de medio lado y un cierto brillo de nostalgia: “¡Claro que lo recuerdo! Mi madre me lo leía de pequeño“. Comentan entusiasmados sobre el curioso formato horizontal y las bonitas ilustraciones. Puede que algunos no se acuerden con exactitud de la historia pero coinciden en lo más importante, el recuerdo de su joven y bonita madre, y la emoción de la aventura.

Where de wild things are no decepciona. Su autor es Maurice Sendak, ilustrador y autor infantil. De Brooklyn, claro, y de origen polaco judío.
El libro lo publicó en el 63 y desde el primer momento fue éxito de ventas aunque se trató de una historia controvertida para los adultos, al mismo tiempo que adorada por los niños. Maurice no era un autor fácil para la época, no olvidemos que los años 50 fueron tiempos de conformismo (¡sólo hay que recordar la estupenda Mad Men!). De repente aparece este cuento en el que un niño rabioso amenaza a su madre y ésta le castiga. Ambas reacciones son impensables para los años que corrían pero sin embargo, será seña de identidad en la corriente contracultural de los 60 con la guerra de Vietnam como telón de fondo.

Max, el pequeño protagonista de la historia, es un niño incomprendido, rebelde, inteligente. Se escapa de casa tras discutir con su madre. Así llega a un bosque misterioso creado por su imaginación. Su objetivo: llegar a cosas salvajes, donde hacer travesuras para siempre. La historia se adereza con un original formato horizontal y unas deliciosas ilustraciones. En fin, que reunía todos los ingredientes para convertirse en icono cultural, en símbolo de una época en la que Estados Unidos vivía las revueltas de los derechos civiles y las protestas de Vietnam, y estandarte de una generación que creció con fuerza, valentía y audacia.

Cuenta Maurice que cuando él mismo era niño le daban miedo sus parientes que acudían de visita a su casa. Sin hablar inglés y con gestos besucones cariñosos, le estrujaban la cara. Pensaba que acabarían comiéndose a sus hermanos. Supongo que esto le sirvió de ayuda a la hora de idear el comportamiento de los entrañables monstruos.
Mientras, su editora y mentora, la influyente Úrsula Nordstrom, no tuvo hijos, ni experiencia como bibliotecaria, ni en la docencia. Sin embargo, cuando le preguntaron por la procedencia de sus dotes meritorias en el mundo literario infantil contestó: fui niña y no se me ha olvidado ni una sola cosa de aquello.

En honor a este ya autor de culto, la Amazing Gallery, en el Soho de Nyc, le acaba de dedicar la mayor exposición hasta el momento. Además se puso a la venta una gran cantidad de sus trabajos, así como bronces de figuras basados en el libro. Esto coincidió con la retrospectiva de la Morgan Library & Museum de Nyc y con una muestra en el Contemporary Jewish Museum de San Francisco. Sin olvidar la peli ya estrenada de Spike Jonze y una web (The Terrible Yellow Eyes) donde publican dibujos de ilustradores, inspirados en los de Maurice Sendak.
Vamos, que si no te has leído la historia ya a estas alturas estás out.

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