14 de diciembre de 2009

Doris Lessing: mi "big sister"

Encontré Dentro de mí olvidado en una estantería. Mi madre lo compró un día de esos en los que, tras entrar en una librería, ojear y desear tenerlo todo aunque nunca encuentres el momento de leer nada, no puedes resistirte y acabas llevándote algo. Lo que se cruce en tu camino hacia la caja. Yo llevaba tiempo con ganas y curiosidad por leer algo de esta señora peculiar, cuya imagen de abuelita rebelde y un tanto snob, con moño propio de mujer con carácter, inundaba los periódicos y librerías tras haber ganado el polémico Nobel en el 2007.
Contenta y sorprendida con el hallazgo, me fui a casa, me preparé un té y comencé lo que está siendo una mezcla de revelación conflictiva dentro, esta vez, de mí.

Doris (permíteme que te tuteé) escribe en algún momento de su biografía cómo Virginia Woolf y Olive Schreiner ejercieron una gran influencia sobre ella. Cuenta cómo en un período concreto de su vida en el que lee compulsivamente, se encuentra con estas dos escritoras como si de dos hermanas mayores se tratase. Papel que ella misma cree ejercer ahora sobre actuales lectoras suyas. Se sentía comprendida de repente por ellas. Y en ese momento, mágicamente, yo también hacía una aparición en este mundo ficticio, participando de la complicidad de aquellas tres mujeres. Ninguna se conoce en realidad, cada una situada en su espacio y tiempo individual y sin embargo, de alguna manera es posible compartir algo íntimo e intangible…

Leer a Doris ha sido como ver una especie de reflejo extraño de mí misma, y a pesar de ello soy consciente de que son dos vidas totalmente distintas. A sus 36 años, decide mudarse a Londres desde su Rhodesia del sur natal, acompañada de su tercer hijo. Un año después publica su primer libro, Canta la hierba.
A sus 36 años, cuando la mayoría ha renunciado a sus sueños adolescentes y pliega la cabeza a la mediocridad de la vida. Ella, en cambio, decide empezar de nuevo en un acto de honestidad hacia sus deseos y sueños.
Despierta mi admiración por su facilidad de palabra. Sin ningún esfuerzo aparente, escribe sus experiencias como si de una conversación amistosa se tratase.
Me consuelo imaginando que si nunca encuentro esa fuerza creativa, y el logro del trabajo no me lleva a ningún sitio, al menos tendré la satisfacción de que alguien, en algún lugar, escribió lo que yo sentí.

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