
El Museo Reina Sofía muestra la relación de Hans-Peter Feldmann y el arte. El Arte de Feldmann es accesible, tanto que esto nos deja descolocados al principio. Se trata de un universo poblado de cosas que recuerdan nuestras vidas cotidianas. ¿O será que nuestras vidas también están compuestas de arte? Postales, fotos amateur, fotocopias, objetos corrientes… sin más preparación ni preámbulos. Expuestas tal cuál. ¿Qué las convierte en arte, alguno se preguntará? Pues que las cambia de contexto. Feldmann es un buscador de arte. Nos abre los ojos y nos muestra la belleza de lo que nos rodea. Sin su ayuda no seríamos conscientes de ello.

"Limpiadora de ventana", 1960-70.
Imágenes consecutivas tomadas en un breve espacio de tiempo. Cámara fija. Temas triviales a simple vista. Las Series captan un momento ordiniario.
Curiosamente, el artista proviene de un mundo “sin imágenes“, la postguerra alemana. Quizá por ello las coleccionó, hasta hoy y para nosotros. En lo que él llamó Time series parece que no hay nada extraordinario. Se trata de secuencias de fotos con un mismo enfoque. Tan sólo una secuencia de tiempo. ¿Tan sólo? ¿Es que hay algo más extraordinario que parar el tiempo?
Siguiendo esta línea de trabajo llega a 100 Años. A través de 101 retratos de amigos o familiares del artista, se nos permite recorrer toda una vida en tan sólo unos minutos. Un viaje en el tiempo. De nuevo, ¿qué está ocurriendo? De forma sutil pero contundente se establece una conexión entre la memoria personal del artista y la colectiva nuestra. La sensación de que el tiempo pasa se hace palpable e inevitablemente te comparas con los personajes retratados.

Pero lo maravilloso de su trabajo está en la frescura de sus fotos instantáneas. Feldmann disfruta trabajando con series. Según nos recuerda, no es la foto la que nos produce sentimientos sino nuestra mente. Y esto sucede con cualquier tipo de foto, sin importar su calidad técnica. Lo importante para el artista es el espacio que se abre entre las cosas que él propone y lo que significan para nosotros. La verdadera obra de arte no está en las salas del museo sino en nuestros interiores, en lo que sentimos y recordamos mientras recorremos despacito las galerías. Veo All the clothes of a woman (Toda la ropa de una mujer) y me veo reflejada a mí, con mis miedos, mis inseguridades, mis ganas de estar guapa, mi preocupación por ser yo misma y ser querida por ello, todo reflejado en un vestido, en un par de calcetines viejos y ése sujetador desgastado que por alguna razón me niego a tirar. Fetiches de nuestra historia de amor con la vida.


Feldmann, fiel a sus principios y cuestionando los valores de autoría, nunca firma su trabajo. Y es que no puede entenderse su trayectoria sin recordar que pertenece a la generación de artistas de los 60. Artistas o no, hablamos de hombres y mujeres que cuestionaron todo. Decepcionados de la herencia de una generación que vivió la II Guerra Mundial y que dejó un mundo sin razón. “Nuestros padres” cuestionaron la sociedad del momento, su política autoritaria, y reclamaron una nueva moral más libre, libertades individuales, el feminismo, un estilo de vida reflejado en la creación de una nueva clase media moderna.


Ambas imágenes superiores corresponden a la exposición de Feldmann, en MNCARS.
Así mismo, en el mundo el arte surge un interés por los procesos y nuevos sistemas de producción, la ruptura de moldes establecidos y teorías caducas. Buscan la verdadera libertad del artista, una nueva forma de entender el arte y porqué no, de consumirlo. Como escribió Danto, El fin del arte.

Para terminar, qué mejor que ésta imagen también perteneciente a la exposición de Feldmann.
