
El museo fundó en 2002 un centro de estudios llamado Henry Darger y ahora le dedica dos exposiciones complementarias. Este peculiar Señor vivia recluido entre las cuatro paredes de su casa en Chicago. El día que el mundo tras su muerte, vio lo que tenía acumulado dentro, flipó. Un mini museo hecho por él mismo con su propia colección de arte. Un pequeño apartamento repleto de obras, cuadritos, objetos, clavados en las paredes con pegamento, atados con cuerdas, colgando del techo, saturando el espacio en definitiva hasta más no caber.

A lo largo de su vida dio rienda suelta a una verdadera pasión por la acumulación de objetos cuyo fin era amasar su desbordante necesidad de conocimiento, aplacar su placer, saciar su curiosidad. Pero no os imaginéis obras de grandes artistas, no, se trata de producción propia (escritos, pintura, dibujos y collages). Todo hecho con materiales modestos y de bajo coste. Creó un mundo exclusivo (literal), lo llamó “La historia de las Vivians, en lo que se conoce como los Reinos de lo irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los Niños Esclavos".

Fascinante, no sé si muy legal pero fascinante. Historias para las que recopilaba recortes de periódicos con informaciones diversas sobre tragedias reales. Todo dominado por sus propias reglas, su propia moral.

Su obra te deja totalmente descolocado. Inocente a muy primera vista, te noquea cuando descubres la oscuridad, la profundidad de lo que debió sentir.

Un trabajo donde domina la soledad, probablemente el dolor de los abusos a los que fue sometido en su infancia en el hospicio donde vivió, la crueldad de un mundo que en este caso, el nuestro, es muy real.

A lo largo de su vida dio rienda suelta a una verdadera pasión por la acumulación de objetos cuyo fin era amasar su desbordante necesidad de conocimiento, aplacar su placer, saciar su curiosidad. Pero no os imaginéis obras de grandes artistas, no, se trata de producción propia (escritos, pintura, dibujos y collages). Todo hecho con materiales modestos y de bajo coste. Creó un mundo exclusivo (literal), lo llamó “La historia de las Vivians, en lo que se conoce como los Reinos de lo irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebelión de los Niños Esclavos".

Fascinante, no sé si muy legal pero fascinante. Historias para las que recopilaba recortes de periódicos con informaciones diversas sobre tragedias reales. Todo dominado por sus propias reglas, su propia moral.

Su obra te deja totalmente descolocado. Inocente a muy primera vista, te noquea cuando descubres la oscuridad, la profundidad de lo que debió sentir.

Un trabajo donde domina la soledad, probablemente el dolor de los abusos a los que fue sometido en su infancia en el hospicio donde vivió, la crueldad de un mundo que en este caso, el nuestro, es muy real.

Judith Scott es todo lo opuesto (1943-2005). Sordomuda y con síndrome de Down. Para esta mujer de Oakland (California), éstos no fueron impedimentos suficientes, encontró la forma de superar sus obstáculos hasta dar con la llave que le permitió sacar su poder interior desbordante de creatividad y convertirse finalmente en una artista reconocida, cuya obra se cotiza a precios cada vez más respetables.
En 1987 comenzó sus estudios en el Creative Growth Art Center, un centro que se dedica al estimulamiento creativo y artístico de adultos con incapacidades físicas. Desde los primeros días destacó en pintura pero lo que realmente despertó su curiosidad fue la clase de Fiber Art (estilo que se centra en el uso de materiales textiles naturales y/o sintéticos, cuerda, etc..). Resultó que Judith tenía un pequeño don que dio rienda suelta a través de la escultura y por medio del uso de cuerdas.

Con esta fórmula original de creación propia, esculpía objetos que encontraba (normalmente robados de sus compañeros) y los envolvía en cuerda de colores cuidadosamente seleccionadas. Muchas de sus obras van en pares, puede que debido a que era hermana gemela. El resultado son formas poderosas que parecen contener la esencia del objeto de forma bella y refinada.


Por último destacar la exposición “Women only: folk art by female hands”, basada en los trabajos artísticos ejecutados por mujeres en los siglos XVIII y XIX siguiendo las convenciones sociales establecidas. La mayoría de las obras expuestas fueron hechas como demostración de las aptitudes que servían a la mujer para su preparación y desempeñe de sus roles en edad adulta como esposas y madres.
Pero hubo excepciones en las que ellas decidieron seguir sus propios impulsos artísticos. Son pinturas, dibujos, quilts, telares, hábilmente ejecutados. Deliciosos y que requieren de una sensibilidad artística negada por un mundo innegablemente machista (lo siento, intento dominar mi vertiente feminista y la mayoría de las veces lo consigo).



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