30 de septiembre de 2010

24 de septiembre de 2010

Alice Neel

Supongo que todo el mundo tiene a alguien a quién desea parecerse mucho. En mi caso no es sólo que lo desee, es que me identifico tanto con su obra que siento que podría ser mía. Decir que Alice Neel (Pennsylvania, 1900 - 1984) es mi pintora favorita suena infantil y tonto. Quizá incluso algo radical, pero es lo que me apetece pensar cuando estoy delante de su obra.
Puede apreciarse cierta influencia expresionista del norte de Europa y porqué no, algo de la pintura oscura española. Lo que sí está claro es que en sus retratos reina una fuerte conciencia social. Pintó sobre todo personajes locales y aunque nunca fue la pintora de moda, ni pionera de movimientos vanguardistas, acabó haciéndose un hueco en el mundo de las galerías neoyorquinas de finales de los 70 y comienzo de los 80, para acabar convirtiéndose en un icono feminista.

Benny and Mary Ellen Andrews, 1972. Alice Neel (foto tomada por mí en el Moma, Nyc, 2010).

¿Pero porqué me gusta tanto? ¿Porqué no me canso de observar sus retratos? Pues porque están vivos. Porque además de contar mucho sobre la persona retratada, cuentan secretos sobre la artista que hay detrás. Porque a través de la línea ondulada y del color radiante, se insinúa la profundidad psicológica y la intensidad emocional del retratado. A pesar de la aparente inocencia de intenciones o del optimismo del color, hay un sutil drama en el aire. El drama de alguien que tropieza en múltiples ocasiones a lo largo de su vida y se levanta una y otra vez con la mejor de las sonrisas.

Retrato de Alice Neel

22 de septiembre de 2010

Al parecer, quedarse en casa una noche escuchando música mientras cenas a las ocho, es de puretas.
Si además añades la actividad de dibujar, entonces lo llamamos arty-pureta.
En un intento de hacerlo todo más cool y siguiendo el consejo de un amigo, añadí la banda sonora que recomendó para ese momento: La Bien Querida.

(No vale pensar cosas raras, ¿vale?)

21 de septiembre de 2010

20 de septiembre de 2010

Otro gran descubrimiento

De Sammy Harkham
No words
Maravilloso




16 de septiembre de 2010

Brooklyn Museum

Me quedan algunos “flequillos” sueltos de los que hablar y es que la visita al Brooklyn Museum me aportó tanta información que no encuentro el momento para escribir sobre ello. Para empezar, es un lugar que me resulta bastante peculiar. Enorme, de pasillos y salas desproporcionados, sin apenas gente y con una colección un tanto desparramada (no sé si este término es muy técnico pero es lo que mejor resume la sensación que me produce). Es el lugar perfecto para perderte sin más pretensiones que pasear y deleitarte con la vista. Allá voy. Aviso, ¡habrá segundo capítulo!

Imágenes tomadas por mí del almacén del Brooklyn Museum

Por su situación, es un museo que da prioridad a las minorías, es decir, mujeres y artistas de color (no encuentro una manera en la que esto suene bien, así pues, artistas que no son hombres blancos). En el hall de entrada nos encontramos con un cuadro de enormes dimensiones que desborda humor irónico a raudales. El autor es Kehinde Wiley (americano, 1977) y la obra, Bonaparte cruzando los Alpes en Grand-Saint-Bernard (de 2005) es una versión modernizada del Napoleon leading the Army over the Alps (o Napoleón franchissant les Alpes), de Jacques-Louis David, cuya composición muestra en una versión muy idealizada el verdadero cruce de los Alpes por Napoleón y su ejército en 1800.

Ambas versiones de Napoleon leading the Army over the Alps, arriba la de Kehinde Wiley y abajo la original de Jacques-Louis David.

Según declaró su autor, Wiley, la obra habla del mundo en el que vivimos, haciendo referencia a los hombres de color, que también lo habitan. Su decisión es incluirlos en él y ésta es su manera de afirmar a los suyos. Es interesante la comparación entre ambos retratos. Recordamos que en el siglo XVIII, las personalidades importantes de la iglesia y la aristocracia ordenaban sus retratos como símbolo de poder dentro de la sociedad. Aquí, Bonaparte es sustituido por un joven afroamericano anónimo que viste a la manera actual. De esta forma se redefine y afirma la identidad negra y se cuestiona la pintura occidental. Se abre por tanto un diálogo muy evitado y que cada vez más es motivo de tertulias en la historia del arte actual, que ha recogido solamente la tradición occidental y olvidó contarnos el arte del resto del mundo y sus distintas culturas.

Siguiendo esta trayectoria que el museo marca intencionadamente, destaco algunos autores que me llamaron la atención como Kara Walker, de la que ya hablé por su mural en el Moma. En este caso, la obra es mucho más impactante aunque su tamaño sea mínimo, Burning African village play set with big house and lynching (2006). El título lo dice todo (Aldea Africana ardiendo compuesta por una casa grande y un linchamiento).

Burning African village play set with big house and lynching, de Kara Walker.Brooklyn Museum

Muy cerquita encuentro esta otra obra, A little taste outside of love, 2009. La autora Mickalene Thomas, es junto con Kara Walker, otra de las “novedades” del arte actual. La joven artista se inspira en las imágenes icónicas de afroamericanas que fueron emblema del movimiento femenino o black power movement. Además potencia su trabajo inspirándose también en las fotografías de los 70 hechas por su madre. Crea estos murales de gran tamaño que exploran a la mujer como objeto, en concreto a la mujer afroamericana. Aquí vemos el arquetipo de mujer como objeto sexual que parece cogida por sorpresa, mientras nos muestra su belleza de forma pasiva. Volvemos otra vez a recordar todos aquellos retratos de bellas mujeres y Venus “blancas” recostadas y asistidas en muchos casos por sus criadas negras, que los pintores europeos nos dejaron para deleite nuestro. Por último, se cuestiona el gusto por la estética disco de los 70 en comparación con el “buen gusto tradicional“.

A little taste outside of love, 2009. Mickalene Thomas, Brooklyn Museum.

Y un descubrimiento de los que me dan la vida, Sylvia Plimarck Mangold. Ya había visto alguna obra suya en el MOMA y en el Whitney. Curiosamente, sus cuadros me llaman poderosamente la atención. Son de los que me atraen desde el final de la sala para comprobar una y otra vez que todos coinciden en la misma persona. Esta pintora americana nació en 1938 en Queens (Ny) y es conocida por sus detalladas descripciones de paisajes e interiores. En concreto destaco dichos interiores con suelos como únicos protagonistas. Hay algo extraño en sus ambientes que me conmueve enormemente. Quizá las historias que no se ven…

Floor with laundry, Sylvia Plymarck Mangold. Brooklyn Museum.

No puedo acabar sin comentar algo sobre la exposición que realmente me llevó hasta allí, por supuesto Sojourn de Kiki Smith. Intentaré no alargarme demasiado porque tengo la sensación de que he hablado mucho sobre esta artista ya y temo repetirme. Pero para resumir diré, que Kiki eligió como motor de inspiración en esta ocasión una obrita maravillosa de Prudence Punderson (Connecticut, 1758-1784).

Silk Embroidery, 1783. Prudence Punderson.

La foto es horrible pero es robada, más no puedo ofrecer. ¡A googlelear el que quiera más detalles! Imposible que os suene el nombre, esta señora era una bordadora en seda que con su obra nos ofrece la posibilidad de mirar a través de una ventana para ver cómo vivían las mujeres en el periodo Federal. Se reflejan los tres estados de la vida; nacimiento, edad adulta y muerte. Es una imagen rara, no sólo por el tema elegido sino por la manera de mostrarlo, en el que una esclava forma parte fundamental de la escena y la mujer protagonista está desarrollando una actividad artística en vez de una típica de esposa y/o madre. Por supuesto, esta obra encaja a la perfección en los gustos de Kiki Smith y este es el resultado:

Singer, 2008. Kiki Smith. Sojourn, Brooklyn Museum, 2010.



Detalles de la exposición Sojourn, de Kiki Smith para The Brooklyn Museum, 2010.

The Mother, 2009 (detalle). Exposición Sojourn, de Kiki Smith para The Brooklyn Museum, 2010.

Detalles de la exposición Sojourn, de Kiki Smith para The Brooklyn Museum, 2010.

Al acabar la exposición, desembocas en una sala donde la instalación The dinner party, de Judy Chicago, te recibe con los brazos abiertos. Esta cena en forma triangular (forma elegida a propósito por su simbología femenina y que además representa la igualdad) recoge a 39 personalidades míticas de la historia de las mujeres, repartidas en 3 grupos de 13 cada una (nuevamente el 13 por la similitud con la última cena, evento mítico protagonizado únicamente por hombres).
Los grupos son, la Prehistoria (desde las primeras diosas hasta Hypatia), cubriendo así el mundo clásico, el segundo grupo parte de Marcella y cubre la cristiandad hasta el siglo XVII y la Reforma. Y por último, la edad de la Revolución, hasta el siglo XX y las imprescindibles Virginia Woolf y Georgia O´Keeffe.

The dinner party, Judy Chicago. Brooklyn Museum.

Esta obra fue producida de 1974 a 1979 y a pesar de una primera resistencia por parte del mundo del arte, reunió a 1 millón de visitantes por aquellos países por los que pasó. Finalmente, desde 2007, parece haberse asentado en este museo permanentemente. La obra aúna distintos utensilios y técnicas de tradición doméstica y femenina, como la vajilla, tejidos, así como formas propias de la simbología femenina (vulvas, flores, etc). Se trata de una obra hecha en equipo, ya que colaboraron en ella hasta 125 personas relacionados con distintos aspectos como ceramistas, tejedores, etc. Faltaría comentar el escándalo y las críticas que la obra recibió, incluso por parte de mujeres, como O´keeffe, que siempre negó que su trabajo tuviera cualquier significado sexual o de género.
Con los años, las críticas que levantó en su momento se han ido moderando hasta aceptar la validez de su trabajo.

15 de septiembre de 2010

Nueva aventura

Pues tal cuál, comienza en breve mi nueva aventura llamada Ilustración Editorial. ¡Emocionanteeee!

10 de septiembre de 2010

¿Noche en Blanco?


Me debato, sí o no… miento, en realidad lo tengo muy claro.
Confieso que las dos primeras ediciones me parecieron una gran idea. Recuerdo la primera en concreto, paseando en compañía de amigos por un Paseo de la Castellana sin tráfico en una noche maravillosa, dónde los coches se sustituyeron por un gran número de instalaciones que hacían las delicias de un público sorprendido y sonriente. Resultó una noche curiosa dónde las cañas habituales quedaron abandonadas a favor de una anécdota diferente y porqué no, un tanto mágica.
Llegó la tercera edición y surgió la oportunidad de participar como voluntaria. Me pareció interesante vivir la experiencia desde el “otro lado”, y madre mía, ¡¡¡qué espanto!!! Obviamente esto supuso un punto de inflexión, ver para mi asombro colas eternas de gente que esperaba ansiosa acceder a un museo que curiosamente SIEMPRE está abierto al público sin necesidad de esperar horas bajo la lluvia, como era el caso. Terrible descubrir cuales eran las únicas preguntas que casi todo el mundo hacía cuando por fin accedían al interior del lugar: ¿ Esto es gratis? Y ¿aquí que hay?…. Descorazonador… pero mucho más traumático fue la vuelta a casa cruzando la Gran Vía, viendo masas de adolescentes borrachos quemando contenedores y tirando litronas al aire. Eso sí que fue una performance.
Desde entonces, mi rechazo y desconfianza (ya existentes) por eventos de estas características crecieron hasta el infinito y tiendo a encerrarme en casa cada vez que estas celebraciones llegan. Esta vez, para sorpresa mía he encontrado esta plataforma: Di No a la noche en blanco (http://dinoalanocheenblanco.wordpress.com/) con la cuál me siento totalmente de acuerdo. Mis razones para posicionarme en contra de La noche en Blanco son básicas:

Todo esto es una falacia. Me revienta el ansia por figurar como Capital Europea de la Cultura (aquí incluyo también Capital Olímpica, Capital Futbolística, etc…) por parte de un Ayuntamiento que no duda en gastarse una fortuna en una sola noche mientras que el resto del año no promociona ningún proyecto de interés verdadero.
¡Pero qué jeta! Aquí sólo se busca crear marca a favor de un partido político, controlar y disponer del espacio público cuando a sus dueños les dé la gana y ostentar el poder absoluto para eliminar cualquier proyecto autónomo. Hablamos de un Ayuntamiento que prohíbe fiestas de barrios en defensa de la paz del vecino y que sin embargo no duda en colapsar una ciudad a la hora de lucirse con eventos de características megalomaníacas.
¿De verdad este evento promociona el arte y la cultura? Una noche que debería llamarse verde en la que 1 millón de euros se tiran por las calles. Un millón de euros que no se destinan ni en sueños a construir cultura de verdad, de la invisible, en la construcción y manutención de centros culturales, becando proyectos autónomos de verdadero interés.
En fin, que firmo por una reflexión en casa.

5 de septiembre de 2010

Gerda Taro y Robert Capa

Muerte de un miliciano republicano, frente de Córdoba, España. Robert Capa, 1936.

Ha querido el destino que regrese a Madrid justo a tiempo para ver la exposición fotográfica que organiza El Círculo de Bellas Artes, ¡Esto es la guerra! Robert Capa / Gerda Taro. Bravo por esta muestra que en su último día de exposición estaba a rebosar de gente y dónde el interés del público quedaba tan patente como pocas veces en una galería. Ver estas fotografías y recordar una parte de la historia que inevitablemente aún nos toca de cerca, me han conmovido enormemente.

Gerda Taro con un soldado, frente de Córdoba, España. Robert Capa, 1936.

Gerta Pohorylle nació en Stuttgart (Alemania, 1910) en el seno de una familia judía polaca. Vivió en una época en que Europa hervía entre guerras. Cuando los nazis llegaron al poder y tras sufrir una detención por participar en movimientos socialistas, huyó a París. Donde aterriza en un paraíso cultural en el que el hambre y la miseria rodean las tertulias de los grandes intelectuales del momento, Malraux, Brecht, Aragón, Giacometti… con ellos compartió mesa y conversación. Hasta que conoce a Andre Friedman, un guapo judío húngaro. Él es quién la introduce en la fotografía.

Robert Capa, frente de Segovia, España. Gerda Taro, finales de mayo, principios de junio de 1937.

Un día, Gerta tiene una gran idea, inventa un personaje al que llaman Robert Capa (en honor a Frank Capra, un director de cine americano de origen italiano, autor de ¡Qué bello es vivir!) y le “conceden” la identidad de un reputado fotógrafo americano que trabaja en Europa y que vende sus fotos a través de representantes por tres veces lo que cobran normalmente los demás colegas franceses. Gerda, cambia su apellido por el de Taro, también inventado, y se hace pasar por la representante, mientras que André sería el empleado de laboratorio. Esta rocambolesca idea triunfa y ambos comienzan a recibir una gran cantidad de trabajos, creando al mismo tiempo un mito. A partir de este momento, las fotografías son hechas en colaboración e irán firmadas bajo el nombre de Robert Capa. Así llegan en 1936 a España, con el encargo de fotografiar la Guerra Civil Española.

Gerda Taro y Robert Capa

Juntos viajaron por toda la geografía, fotografiando los distintos frentes de guerra, Cataluña, Aragón, Madrid, Andalucía,… dicen que era ella la que animaba siempre a Andre a involucrarse cada vez más, llegando ambos a implicarse de forma personal en su apoyo al bando republicano. En Madrid conocen a Hemingway, al que no soporta ella y a John Dos Passos, a quién en cambio adora.
Finalmente, tras un distanciamiento entre ambos fotógrafos, quizá provocado por las ansias de libertad de ella y su consecuente negativa a la petición de matrimonio de André, él se queda con el nombre de Robert Capa y ella comienza a firmar sus trabajos con el de G.Taro.

Barcelona, Gerda Taro, 1936

Gerda cubrió en solitario la 1ª fase del conflicto de Brunete, lo que le dará un enorme prestigio al publicarse su trabajo en revistas internacionales como Regards, no sólo por la calidad artística sino por ser de las primeras pioneras en fotografía de guerra, la 1ª en fotografiar la Guerra Española, así como por ser la primera mujer que muere en el frente. Porque como se veía venir, este cuento acaba mal, en todos los sentidos. Un terrible accidente en el que es aplastada por un carro de combate durante el repliegue del ejército republicano, pone final a su vida tras horas de sufrimiento(El Escorial, Madrid, 1937). Una semana después habría cumplido 27 años.

Miliciana republicana, Barcelona, 1936. Gerda Taro.

Fue Rafael Alberti quién recibe su cuerpo y lo envía a París, donde se la recibió por todo lo alto con honores de heroína republicana para ser enterrada en una tumba esculpida por Giacometti. Capa, destrozado, publicó en 1947 un libro dedicado a Taro con fotos de ambos mezcladas. Este homenaje, curiosamente contribuye a que ella pierda definitivamente su identidad profesional para sumergirse en el olvido, hasta que Irme Schaber, una historiadora alemana, la recupera definitivamente.

Gerda Taro

Alberti dijo de ella “arrastraba la alegría del peligro y la sonrisa de una juventud inmortal”.

A la salida de la exposición se recogen firmas para pedir una calle con el nombre de Gerda Taro, alguien que dio su vida por la lucha contra el racismo, el fascismo y el fin de las dictaduras. Parece justo.

1 de septiembre de 2010

Y a por el tercer punto de venta para WASH & GO!

BLUESTOCKINGS
172 Allen Street
Lower East Side
Nyc


(Another beautiful shop where to find my mini comic. Bluestockings is more than a bookstore, also is a fare trade cafe and activist center in the best area of the city, Lower East Side. Nyc again).

Otra maravillosa librería dónde encontrar mi mini cómic. Bluestockings es más que una tienda de libros, también es café tertulia y centro activista, situado en uno de los mejores barrios de la ciudad, el Lower East Side. Otra vez en Nyc.