30 de junio de 2010

Experimentos hasta encontrar a los personajes de la historia.


Así como ensayos de movimientos y expresividad.


Mucha práctica, vaya...

28 de junio de 2010

The Metropolitan Museum of Art, NYC

Más cositas que hice en el Met;

Redescubrir a Balthus (1908-2001), lo cuál ha sido todo un placer. Este es un buen ejemplo de cuando hablo de aquellos pintores que tenía semiolvidados y de repente me sorprendo sentada en el famoso banco central de la sala durante un buen rato. Hay una serie de artistas que me van emocionando aún más con la edad (con la mía, claro), supongo que una se hace más sensible o más sentimental.
Balthus fue el intelectual por antonomasia, criado en el seno de una familia de artistas refinados, filósofos e historiadores del arte, cuyo círculo de amistades estaba formado por nada menos que Rilke, Bonnard, Cocteau, etc.
Las mujeres juegan un papel fundamental en su vida y obra. Las retrata insultantemente jóvenes, en posiciones eróticas y voyeurísticas, llegando a escandalizar o cuando menos, a ruborizar en muchísimas ocasiones.

(Theresa, 1938)

Breton y Picasso admiraron su trabajo, de hecho Balthus fue el único artista vivo cuya obra quedaba representada en el Louvre por pertenecer a la colección privada que Picasso concedió el museo.
En 1977 contrajo matrimonio por 2ª vez con la japonesa y también pintora Setsuko, estableciendo su residencia en un Chatteau de Suiza. Desde entonces su vida se volvió mas misteriosa aún.


Cuando admiras su obra no puedes evitar recordar lo que Camus dijo en alguna ocasión sobre su trabajo: “no es el crimen lo que interesa, sino la pureza“. Y en este caso, es totalmente cierto.


Continúo con mi paseo sin rumbo y me encuentro de frente con Black Iris (1926) de Georgia O´Keeffe (1887-1986). Impresiona, ¡en serio!


Su reconocimiento como uno de los artistas más importantes fue temprano, siendo consagrada además como la 1ª artista puramente estadounidense y viéndose todo esto reflejado en su alta cotización en el mercado.
Esta flor refleja su interés por mostrar una visión forzada y monumental de detalles mínimos que de otra forma pasarían desapercibidos.
Es una obra temprana en su trayectoria pero no fue obstáculo para ser de las más destacadas de su trabajo conjunto.
Cuando esta serie de retratos se exhibieron por 1ª vez en los años 20, todos sin excepción quedaron impresionados por su audacia, incluso Stiglitz (el que sería su galerista y coleccionista fiel de su obra).
A pesar de lo que la imagen pueda sugerir, ella negó siempre cualquier referencia sexual en su trabajo. Algo que no fue impedimento para formar parte fundamental del colectivo de artistas feministas propio de los 70.

Como anécdota contaré cuando me sorprendí ante la imagen de mi propia casa vista por Hopper (1882-1967). Manhattan desde Williamsburg Bridge (From Williamsburg Bridge, 1928). Una visión mundana de la ciudad, sin ruido, ni movimiento. Tan sólo una mujer parece descansar pensativa apoyada en su ventana rompiendo la combinación establecida de ritmos y repeticiones que proponen las líneas de los edificios. El formato del cuadro implica que la imaginación continúe la visión de la escena, sus calles, su tranquilidad, tan distinta de lo que realmente yo vivo todos los días. Calmada como jamás veré mi calle, donde el interminable sonido de sirenas, trenes y coches que inunda el puente queda enterrado bajo el son de una salsa caribeña, mientras la gente se sienta en las escaleras de los edificios sin importar la hora del día o de la noche, el olor del pollo frito rodea el ambiente y este calor pegajoso y húmedo te atrapa, dejándote sumido en una especie de sueño perpetuo. Esto sí que es Manhattan.



El roof (o terraza) del museo es desde hace tiempo otra sala más que alberga siempre alguna exposición amena a la que rodea ese marco impresionante que es Central Park y los imponentes edificios de 5th Av. y la 59th Street.
Esta vez los invitados han sido los gemelos Doug+Mike Starn (New Jersey, 1961) . Para ello han ideado Big Bamboo, una instalación específica para el espacio cedido. Es una estructura arquitectónica monumental hecha en bambú, una especie de cabaña gigante dónde niños y adultos pasean, trepan y toquetean mientras se hacen fotos desde cualquier ángulo inimaginable.


Lo llamativo es que los artistas y su equipo siguen ahí construyendo la estructura mientras los espectadores son testigos de lo que ocurre. Sugieren con ello la complejidad y energía que otorga un organismo que va cambiando con el transcurso del tiempo.

27 de junio de 2010

Arte Aborigen Australiano

Nada como pasear por un museo ya visto y requetevisto, caminar sin pretensiones y entonces, es cuando realmente descubres algo que despierta tu interés. Porque lo malo de los museos “importantes” es que estás tan preocupado por no perderte ninguna de las obras obligadas que al final, te pasas las “nimiedades“, esas joyitas que te dejan pensativo y sentadito en el banco central de la sala.
El Met (Metropolitan, para los antiguos) es inmenso y repleto de obras y gente, lo bueno es que todos se concentran en los mismos puntos y parece que esta pequeña e insignificante exposición dedicada al Arte Aborigen Australiano, no despertaba mucho interés por parte de nadie porque está situada en una sala de paso donde los ascensores roban más aceptación que cualquiera de los cuadros allí colgados.

Es una colección privada de Estados Unidos que se exhibe por 1ª vez al público y que reúne una serie de artistas originarios del remoto desierto de la Comunidad de Papunya, situada a 240 km al oeste de Alice Springs y donde viven unas 250 personas. Dicha localización fue establecida en un primer momento por la Administración del Gobierno Australiano para los aborígenes de la región, que fueron trasladados desde sus tierras originales. El movimiento artístico surge inesperadamente en los 70 cuando un profesor de escuela, Geoffrey Bardon, les animó a que pintaran un muro de la escuela. El resultado despertó un gran interés y en 1972 se fundó la Papunya Tula Artists.

La obra que me llamó poderosamente la atención es ésta. Me recuerda a Philip Guston, un pintor americano del que ya he hablado en alguna ocasión porque me gusta muchísimo. El artista en concreto se llama Paddy Bedford (1922-2007), es originario de East Kimberley y fue de los más grandes del Arte Contemporáneo Indígena Australiano.

Queensland Creek (Merrmerrji), 2005. Paddy Bedford

(Obra de Philip Guston - 1971)

Bedford empezó muy tarde a trabajar sobre lienzo, a pesar de estar muy familiarizado con técnicas artísticas como el body painting. Esta peculiaridad es muy común al colectivo artístico aborigen, así como la elección del tema (casi exclusivamente reducido al paisaje y las masacres a su pueblo durante el período colonial), las técnicas (densidad del óleo, la paleta de colores terrosos) y la iconografía (uso del punto, líneas), basadas en sus tradiciones.
Las composiciones de Bedford se caracterizan por ser minimalistas y por esa perspectiva aérea. Como los demás artistas de su entorno, fundamenta sus enfoques en el Dreaming.

(Bedford delante de una de sus obras. 2007)

The Dreaming es un término usado por los aborígenes para describir la relación que se establece entre lo espiritual, lo natural y los elementos morales del mundo. Su significado va más allá de lo que sugiere la parte espiritual o la que corresponde al estado del sueño. Se relaciona además con el periodo que va desde el origen del universo hasta una época anterior al recuerdo de lo vivido o a la experiencia, época de sus antepasados y seres sobrenaturales.
Este concepto responde así preguntas sobre el origen, y concede un marco armonioso para la experiencia humana en el universo, además de un lugar para las cosas vivientes.
El Dreaming de cada aborigen queda determinado según el lugar del paisaje donde su madre siente los primeros síntomas de embarazo. En este lugar, la persona que aún está por nacer, recibe el espíritu del ancestro (por ejemplo, miel de hormiga, agua,…) quedando conectado este concepto con el lugar en concreto. Por esto la tierra es para el aborigen su propio país, entendido como hogar.

23 de junio de 2010

A life in New York

En 22th Street está la galería Max Protetch, algo freak (no sé si éste término es muy artístico) me llamó la atención desde sus grandes escaparates y para dentro sin dudarlo.


Saul Chernick exponía bajo el título Borrowed from the Charnel House su nuevo trabajo. Por lo que pude ver, recoge reliquias de la historia del arte y las transforma en elementos contundentes con un nuevo lenguaje visual muy suyo. Muestro imágenes de la obra que más me gusto, una tira en horizontal compuesta por 30 dibujos al aire libre del cementerio de Greenwood en Brooklyn.

Vista de la muerte desde la vida, dónde el cementerio es interpretado como museo de escultura funeraria más que como paisaje mismo.



¡Y por fin, llego a la Pace Gallery!
La galería que representa a Kiki Smith desde el año 94 y que le dedica esta exposición individual. Éste parece ser el año de Kiki, porque la muestra coincide con otra organizada en el Brooklyn Museum, así como una serie de premios otorgados a lo largo de los últimos años a su trayectoria profesional.
Bajo el título Lodestar, se reúne una serie de 30 retratos a tamaño real en una instalación de vidrieras enmarcadas en acero. Se trata de un soporte en el que la artista lleva trabanjando 20 años y en concreto cinco en lo que se muestra aquí.


Simbolismo místico y religioso desde un realismo muy contemporáneo. Mujeres que te miran fijamente capturadas en distintas fases de su vida.

Maravillosa la superposición de paneles, formando una especie de tercera dimensión. Conmovedor el paseo propuesto.


Llegar hasta aquí y no pasar por la Gagosian Gallery (en la 21th Street) no era una opción. Monet y sus últimos trabajos hechos en vida (a partir de 1909) son su reclamo actual. ¿Cómo decir que no a una exposición de éstas características sin cola en la puerta y gratis? Los paisajes de Monet me resultan mágicos. Da igual cuántas veces los vea, que cada vez que lo hago rejuvenecen en mi mente y me resultan más y más modernos. Como él mismo dijo “la visión que te propongo es superior. Mi pintura cambiará tu realidad“. Oh, yeah!


Y todavía me queda por escribir sobre un par de descubrimientos más. Esta vez librerías. 192 Books, un pequeño rincón con música clásica y propuestas intelectuales muy escogidas. No pude evitar comprarme esto (¡ay, mi maldita y cursi debilidad por principios del XX y los movimientos artísticos parisinos..!).


Justo enfrente, en el 195 de 10th Av., encontré este peculiar sitio que recomiendo en voz muy alta y que además no sé muy bien como explicar: Printed Matter, Inc.
Aparentemente es una librería pero no, es mucho más que eso. Se trata de una organización con fines no lucrativos (!!!) dedicada a la promoción de publicaciones de libros y/o fanzines de artistas.


Se fundó en el 76 por artistas y trabajadores del arte, originalmente con fines lucrativos. Sin embargo desde el 78 existe como la organización independiente que es hoy en día. Aquí el libro es el soporte elegido por el artista para exponer sus ideas y proyectos.


Para promover esta concienciación pública, ofrecen desde un espacio de venta y sala de lectura de los 5.000 artistas extranjeros representados y los más de 15.000 títulos expuestos, hasta servicios de venta al por mayor, consulta para instituciones de arte, así como programas de educación, comisariado, etc. La lista es larga y consistente. Son voz esencial y reconocida durante años en el sector artístico y cuentan con apoyo y colaboraciones de una larga lista de intelectuales, entre los que vislumbro nuevamente a Kiki Smith o John Waters. ¡¡Un muy grato descubrimiento!!

Esta vez, salgo con un propósito concreto, que será visitar una exposición pero de camino a la galería, hago tantas paradas que me resultan inevitables, tan interesantes o más que el destino final. Vamos por partes:

(Vista de Meatpacking district)

Paseíto por el Meatpacking district, una zona bastante desconocida para mí porque por alguna extraña razón me da una pereza espantosa arrastrarme hasta esa parte de la ciudad (lo sé, el colmo). Pero hay una fuerza mayor que me atrae, exposición de Kiki Smith. De mis artistas vivas favoritas (qué horror lo de viva, ¿no?) que además vive y trabaja en Nyc.
Aunque no sepas dónde estás, puedes ver con claridad que ya has llegado a esta peculiar área de la ciudad, que es además la típica zona que ha cambiado muchísimo en los últimos años. Las calles se ensanchan, y aparece una especie de zona industrial que antiguamente y como su nombre indica eran grandes almacenes de carne. Ahora está invadida por tiendas de lujo, galerías con renombre y restaurantes deliciosos que disfrazan sus muros con grafittis y pintadas de las más variadas calidades asumiendo que esto es lo cool. Eso sí, una vez allí me di cuenta de que era sábado por la multitud de turistas y “locales” que andan con sus mejores galas rodeados de amigos gays y/o heteros, bebés y perros.

(Aunque no lo parezca a simple vista, lo que ahí se esconde es una tienda de lujo)

Dejando a un lado las hordas de gente que esta zona atrae, el sitio merece la pena, especialmente desde que el High Line quedó abierto tras 10 años de proyectos. Leí en alguna parte que al final del 2009, como un millón de personas se han paseado por aquí. Ni más, ni menos. Por suerte, no todas pasean al mismo tiempo y el recorrido resulta de lo más agradable.
El High Line es un parque elevado que va desde Gansevoort Street hasta la 20th Street, en Chelsea, y continúa su construcción hacia uptown, hasta la 30th Street y puede que incluso hasta la 34th en un futuro. Precisamente es Gansevoort la calle elegida por el Whitney Museum para ubicar una nueva sede del museo con un edificio diseñado por Renzo Piano.

(High Line. Nyc)

El parque está situado en unos viejos raíles originales de los años 30 que servían para transportar productos alimenticios hasta la zona del río. En los años 80 se dejaron de utilizar y los siguientes 20 años han permanecido abandonados, convirtiéndose en un lugar salvaje lleno de plantas. De alguna forma ha ido sobreviviendo a las muchas tentativas de ser destruido, hasta que en 1999, un grupo local de residentes vio el potencial que este lugar tenía como lugar público. En el 2006, tras años de negociaciones entre entidades privadas y la ciudad de Nyc, llegaron a un acuerdo e iniciaron las obras pero sigue siendo un proyecto privado que no pertenece a la ciudad, por lo que depende de donaciones. De ahí que se vaya ampliando según los fondos que se tengan.

(High Line. Vista hacia Uptown y las futuras ampliaciones)

El diseño del espacio es de James Corner Field Operations, en colaboración con la firma de arquitectos Diller Scofidio + Renfro. No deja de sorprenderme la habilidad y el buen gusto que tienen en general en el extranjero (pongo como ejemplo ciudades que conozco como Londres, París, Berlín, Boston, Nyc …) a la hora de rehabilitar espacios públicos de ocio. Con un par de plantas y unas tablas se fabrican unos espacios realmente acogedores dónde rápidamente la gente instala su manta, saca su libro y ¡ala! a pasar el día. No diré nombres pero Señor cuyo apellido empieza por Gall y acaba por don, viaje un poquito con ojos abiertos y aprenda a hacer de la ciudad un lugar agradable y no hostil, ¡¡aprenda que existen otros materiales además del hormigón..!! ¡¡Aprenda a rehabilitar en vez de a destruir!!
Dicho esto, confirmo que en el caso del High Line, el resultado es un maravilloso jardín salvaje a la vez que cuidado, público pero íntimo, que consigue guardar las similitudes con el espacio abandonado de los 80 y está pensado para enriquecerse con el paso del tiempo. Hay hamacas, invita a pasar tiempo, caminar, descansar, apreciar las vistas del río, e incluso incluye, en la 17th Street, una especie de anfiteatro moderno que permite ver una vista deliciosa de la ciudad.

Alineación al centro(Detalle de instalación artísitica. High Line. Nyc)

22 de junio de 2010

¡Qué saturación de información en tan sólo unos días! Visitar todas las galerías existentes en esta ciudad es imposible. Está bien, ¡lo asumo! Todos los barrios tienen su propio circuito, y he de decir que muchas de ellas aportan propuestas interesantes. Así que, tras decidir que verlas todas me dará más dolor de cabeza que renunciar a muchas, he terminado por visitar las que se pongan en mi camino. A favor, que la sorpresa será mi mayor amiga, en contra, llegaré tarde a todas partes. Lo cuál en esta ciudad tampoco parece un problema…


(Ilustración de la exposición en la Japan Society, NYC)
En la Japan Society, exposición sobre ilustradores del 1800-1900. Particularmente me interesaron los retratos femeninos y los detalles delicados que estos artistas siempre añaden a su obra.

Sideshow en Williamsburg, exposición de Paul Baumann, genial. Esta es de las galerías que aparecieron en mi camino de improviso.


(Galería Sideshow,NYC. Exposición de Paul Baumann)

Este artista se define como acumulador (qué gran definición de uno mismo, ¿no? Lo dice todo). Utiliza como punto de unión en su trabajo el color. En este caso el blanco. Organiza un collage gigante con lo que encuentra en el cubo de la basura y lo tiñe de un halo de belleza nueva. Ver la vida con otros ojos es lo que nos propone. Interesante ese aspecto humano que utiliza, desecha y recicla los artefactos más diversos. Una especie de comparativa entre el ciclo de vida de un objeto y el vital del hombre.

(Detalle de la obra de Paul Baumann, Galería Sideshow. NYC)

En Bowery Street, muy cerca del New Museum, encontré esta galería que me ha fascinado, Salon 94, dónde Richard Price muestra su obra, una serie de camisetas (T-shirt paintings) pintadas. Se trata de una retrospectiva de 25 años de trabajo. Pero es el lugar lo que me resulta increíble, un viejo restaurante sin renovar. Así tal cuál, con sus goteras y sus agujeros en el suelo. Curiosamente la obra se fusiona de tal manera con el espacio que el conjunto resulta perfecto. Me puse un poco triste porque creí entender que cierran en unas semanas para hacer obra. Lástima.

(Vista general de Salon 94. NYC)


(Exposición de Richard Price, Salon 94. NYC)


(Exposición de Richard Price, Salon 94. NYC)


(Detalle de pintada en la pared, Salon 94. NYC)

17 de junio de 2010

My life is a comic or me as a "cartoonista"? Not so sure..!


Mañana hace una semana que comenzaron mis clases. Y menos mal, porque casi había olvidado la razón por la que estoy aquí. Pero fue llegar a mi escuela, respirar óleo por los pasillos y todo empezó a moverse de nuevo. Mi escuela es la SVA (School of Visual Arts). Una maravilla con una oferta de las que al principio te entusiasma para luego abrumarte, pasas de querer matricularte en todo a no hacerlo en nada. Por suerte, tenía muy claro lo que quería y lo encontré enseguida. Illustration and cartooning. Perfecto porque tenía ganas de hacer algo en esta escuela desde hace tiempo. Tienen este programa especial para treintañeros y más, llamado "continuing education", un nombre ideal que le da glamour a algo impensable en mi país, donde seguir estudiando por placer cuando cumples más de 30 es de loosers o freakies (a elegir: perdedores o raros).


(SVA, NYC)

Mi profe es Tim Motley, un tío encantador además de un dibujante con mucha trayectoria profesional y bastante conocido en nyc.

(My trip to the moon, by Tim Motley. Viñeta que se publica regularmente en Brooklyn Rail).

El proyecto de curso es autoeditarnos nuestro propio mini cómic. Sound´s fun, eh!! Por lo que ésta es mi misión para los próximos meses.
De momento estoy trabajando en el guión y en los que serán los personajes de la historia. El estilo está más o menos perfilado pero supongo que hay muchas posibilidades de que varíe a lo largo de éstas semanas. ¡Ahora todo está en proceso de experimentación! Cuelgo bocetos como prueba física para todos aquellos que creen que estoy todo el día ociosa (Sé que sois muchos los que pensáis así. ¡¡Me llegan rumores!!).

16 de junio de 2010

Williamsburg stories

Capítulo cinco

Tips, what a nightmare!!


Odio este momento. Se me corta el rollo cada vez que tengo que hacer algo que implique ése minuto en el que tu cerebro a la velocidad de un rayo, decide qué lleva propina y cuál es el importe de ésta. Sí, los europeos somos conocidos como roñas por estos lares pero es que ¡¡no nos cabe en la cabeza!! Entiendo el concepto de dar dinero extra como agradecimiento al esfuerzo (hablamos de un homenaje simbólico, ¿no? Es decir, unos eurillos) e incluso apoyo la recompensa por un trato agradable (vuelvo a lo de los eurillos simbólicos). Pero de ahí a tener que pagarle YO el sueldo a un empleado porque su jefe no lo hace, ehhhh, hello! ¡Eso es ilegal en mi país! Y es que así va la cosa, eres camarero y o bien cobras un sueldo base mínimo o directamente ni lo cobras, por lo que en muchos casos sólo te llevas lo que saques en propinas. Claro, así cómo para permitir que alguien se pire sin dejar dinero. Después de 8 horas trabajando, sin seguridad social ni contrato, lo mínimo es comerte al listo que pretende irse sin dejar un tanto por ciento de lo que ha consumido… No quiero entrar en terrenos pantanosos porque está claro que el tipping es un concepto en el que americanos y europeos no logramos ponernos de acuerdo.
Por ello hago que me repitan la teoría nada más cruzar la frontera y mentalmente me la repito a mí misma cada vez que llega el momento: 20% mínimo si es restaurante, si es taxi amarillo, también pero si es taxi de los negros no, sólo un par de dólares, si es bebida en un bar, dólar por bebida, si es un café y hay bote en la barra, se deja el dólar directamente dentro, en estos casos pueden ser monedas, ahhhh!! Mierda, ¿era así o me he liado otra vez? ¿¿He dejado de menos o de más?? Pero el caos ocurre cuando van y te invitan a una bebida, por ejemplo, un camarero, ¡échate a temblar! Entonces tienes que dejar un propinón doble que directamente te sale igual que si lo hubieras pagado desde el principio, la diferencia es que la pasta se la lleva el camarero pero de extranjis. ¡¡Me quedo loca!! Lo peor es sorprenderme a mí misma tramando cómo evitar desprenderme de ésos dólares de más que mi subconsciente considera injusto soltar porque vamos a ver, si hago la compra en el súper y un señor sin yo pedírselo me mete las cosas en una bolsa, ¿¿qué hago?? Pues la mayoría de las veces sigo mi instinto, que es salir corriendo y agachar la cabeza mientras estrujo los billetes en mi puño. Patético, lo sé.

Hasta que por circunstancias de la vida, te sitúas al otro lado. Haces un trabajo para alguien y además de tu sueldo estipulado, se incluye una propina, por ejemplo; babysitting, te pagan poco la hora pero se compensa con una propina, y ahí es cuando viene la sorpresa porque esto implica que la tip sea mala o muy buena, en cuyo caso de repente, el mundo propina te parece una grandísima idea.

15 de junio de 2010


Salgo de casa y ¿qué me encuentro? Pues una “acción” de street art llamada Knitfiti o guerrilla knitting (mucho más molón el segundo nombre, todo lo que empieza por guerrilla me gusta, en arte digo). En este caso es una bici envuelta en su “trajecito” de punto. Adoro estas intervenciones y me moría de ganas por encontrarme con una. Quizá por mi condición femenina o directamente porque soy una cursi, estoy totalmente a favor de este tipo de arte callejero en el que prima decorar o adornar el espacio exterior cómo si se tratara de un hogar enorme y compartido por mucha gente desconocida.

Son varios los colectivos que se dedican a esto. Pero en común coinciden en que todos trabajan lógicamente con punto o ganchillo, envuelven en colores todo lo que se cruza en su camino, reinando las chicas detrás de las acciones.
Ese punto romántico es el que me interesa. El componente femenino que actualiza y reinventa las tradiciones domésticas de nuestras madres y abuelas, con la misión de convertir la calle en un lugar más cálido y acogedor, haciendo la vida un poquito más agradable.