31 de marzo de 2010


Keep the Aspidistra flying es de esos libros molestos que pasan por la vida sin ser advertidos hasta que de vez en cuando, salpican en la tranquila y conformista existencia de algún lector, para una vez leído volver a ser enterrado. En mi caso fue la casualidad, o quizá el destino quién lo puso en mi camino. Un frío insufrible hizo que quisiera resguardarme en una librería cualquiera de la ciudad de Londres y rebuscando algo banal y de fácil lectura cayó en mis manos. George Orwell es un escritor que me gusta especialmente por su lenguaje claro y directo, además me resulta fácil leerlo en inglés por lo que pensé que este libro sería entretenido. Incluso encontré divertido algunas similitudes con mi vida que me pareció entrever en la sinopsis del libro.

(Casa de G. Orwell en Hampstead, London)

La trama se sitúa en Londres, en los grises años 30. Gordon Comstock es un romántico que desea eliminar de su vida la ambición económica y el estátus de dependencia que trae consigo el dinero, declarando para ello la guerra a la sociedad capitalista.
Renuncia a su trabajo (“good job”) en una agencia de publicidad y opta por uno de media jornada y mal pagado (“just a job”) en una librería (qué blasfemia, ¿no?), con la intención de tener tiempo para escribir poesía. Esto le lleva a una situación de extrema pobreza que destroza su creatividad y su espíritu, volviéndose un neurótico y perdiendo incluso su perspectiva vital. Obsesionado por la contaminación que la “respetabilidad” otorga al pertenecer a la clase media o la mediocridad que ésta trae consigo… supongo que la obra deja ver la decepción que también el propio Orwell sintió en algún momento por la sociedad.


La novela se publicó en 1936. La escribió probablemente cuando vivía en este barrio de Hampstead (entre 1934-35) y está basada en sus muy similares experiencias personales de años anteriores.
Me atrae especialmente la dualidad entre el afán de no prostituir la integridad artística y espiritual del personaje a cambio de la comodidad que aporta una vida fácil, respetable y aceptada.


Como símbolo de esta clase media está la verdadera protagonista de la historia, la Aspidistra. Una planta dura y resistente, de larga vida, que abunda en los hogares ingleses. Muy popular en la era victoriana, llegó incluso a ser motivo de broma en canciones típicas del music hall británico.


En definitiva se trata de un libro amargo del que incluso el mismo G. Orwell declaró que se sentía avergonzado, excusándose en que tan sólo lo escribió como un ejercicio literario y que jamás lo habría publicado de no ser por la necesidad que tenía en aquél momento de dinero fácil. Irónico. Como yo, recomendándolo a pesar de que su lectura ha acompañado momentos especialmente difíciles de mi vida.

“Faith, hope, money -only a saint could have the first two without having the third”.

George Orwell (Keep the Aspidistra flying)

21 de marzo de 2010

Felix Valloton

Tras más de diez días sin poder actualizar el blog por motivos varios, se me presenta por fin el momento de intimidad idóneo para ello. Tumbada en mi sillón, escuchando a Kings of Convenience, dejo mi mente divagar y me preguntó sobre qué me apetece escribir hoy. Entonces, reparo en aquella antigua postal que compré como souvenir en Le museé d´art et d´histoire de Geneve. No hay nada que me resulte más gratificante que descubrir pintores por motivos basados en la casualidad. La sensación es totalmente distinta a cuando esto ocurre a través de los libros y principalmente por que ése artista en cuestión pertenezca al temario del que te examinarás en algún momento. Encuentro realmente romántico pasear por algún museo perdido o fuera de los circuitos habituales y sentir la atracción de algún cuadrito pequeño, dejarte atrapar por una imagen cautivadora, comprobar el nombre del artista y sorprendente porque se trata de alguien que te suena remotamente pero que no recuerdas nada concreto de su trayectoria.
Esto me ocurrió con Félix Valloton. “Coloque sentimental” (1898) es una obrita sencilla en pastel y gouache sobre papel. Es íntima y bella. Cursilerías aparte, despierta mi curiosidad y hasta ese lado voyeur que todos tenemos. En la penumbra de una habitación, él le susurra algo al oído a ella. Apenas distinguimos las siluetas de la pareja pero es la luz de la habitación la que contagia su complicidad. El misterio de lo que está ocurriendo llena la escena a través de una habitación acogedora decorada en tonos cálidos, con todos esos libros y las rosas frescas.


Félix Valloton (Lausana 1865-París 1925) fue pintor y grabador suizo. Miembro del grupo Nabis aunque no contó con el prestigio de Bonard ni Sérusier. Curiosamente se vende bien y suele estar presente en subastas e importantes museos, e incluso en vida tuvo cierto éxito comercial (especialmente en los años posteriores a 1908 y hasta el comienzo de la I Guerra Mundial).


Este grupo de artistas del que formó parte, fundieron las enseñanzas de Van Gogh, Gauguin y Toulousse-Lautrec en un estilo definido que más tarde heredará la generación posterior capitaneada por Cézanne.
El color juega un papel primordial en su obra, jugando con la yuxtaposición de colores puros. Entienden el arte como una manera subjetiva de expresar sus emociones. Los sentimientos pasan a ser el motivo principal del motivo a representar, siendo esta relación entre color y sentimiento la clave para entender sus obras.

La obra Valloton está formada principalmente por interiores, desnudos y paisajes. Comparte muchas características comunes con los Nabis, como el tema del ámbito burgués y doméstico, la paleta de colores planos y el gusto por el cartón y el papel por ser materiales que absorben fácilmente el color, permitiendo que los colores se maticen y pierdan agresividad.
Es interesante destacar que este movimiento Nabi, a través del empleo de litografías, vidrieras, grabados, dibujos, ilustración de libros y revistas, etc…. ayudó a una rápida difusión de su estilo entre el público, mostrando un claro y temprano interés por la democratización del arte.

12 de marzo de 2010

Escuchando a Bon Iver (For Emma, forever ago, 2008)

Me imperturbe...


Me imperturbe, standing at ease in Nature,
Master of all, or mistress of all—aplomb in the midst of irrational things,
Imbued as they—passive, receptive, silent as they,
Finding my occupation, poverty, notoriety, foibles, crimes, less important than I thought;
Me private, or public, or menial, or solitary—all these subordinate, (I am eternally equal with the best—I am not subordinate;)
Me toward the Mexican Sea, or in the Mannahatta, or the Tennessee, or far north, or inland,
A river man, or a man of the woods, or of any farm-life in These States, or of the coast, or the lakes, or Kanada,
Me, wherever my life is lived, O to be self-balanced for contingencies!
O to confront night, storms, hunger, ridicule, accidents, rebuffs, as the trees and animals do.


Walt Whitman (EEUU, 1819-1892)

Yo, Tranquilo...


Yo, tranquilo, serenamente plantado ante la Naturaleza,
Amo de todo o señor de todo, sereno en medio de las cosas irracionales.
Imbuido como ellas, pasivo, receptivo, y silencioso, también como ellas,
Conocedor de que mi ocupación, mi pobreza, mi notoriedad
Y mis debilidades son menos importantes de lo que creía,
Hacia el mar mexicano, en el Manhattan o en el Tennessee, o lejos en el Norte o tierra adentro,
Hombre de río u hombre de montes o de granjas de estos estados, ribereño del mar o de los lagos de Canadá,
Yo, dondequiera que viva mi vida, quiero hacer frente a las contingencias
Y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes
Y los rechazos como lo hace el animal.

10 de marzo de 2010

Heiko Blankenstein


Otra de las propuestas que me resultó especialmente interesante fue la de la Galerie Alexandra Saheb de Berlín, con la atrevida obra del artista alemán Heiko Blankenstein (1970).


Nos muestra, con un vocabulario realmente particular creado por el propio artista, escenas de gran surrealismo. Maneja con soltura una tridimensionalidad que adorna con piezas propias de la vida real pero lo que vemos, nos traslada a extrañas atmósferas, más propias de un sueño.


Dibujado a boli y acompañando a una instalación que resulta ese factor artificial de la escena: una mesa real que pinta también a bolígrafo, imitando los nudos de la madera. Encima de ella coloca una estructura a modo de árbol con pequeñas ramas con hojas. Dicho árbol se conecta a un amplificador Marshall. Este último elemento es muy recurrente en sus obras y con él trata de producir sonidos propios del interior del árbol. El título de la obra es fitoparásito (Phytoparasiten, 2008), o lo que es lo mismo, cualquier organismo que parasita a un vegetal.


Detalle de la mesa de madera pintada:

9 de marzo de 2010

Kiki Smith


De nuevo en Arco, escondida entre piezas de grandes tamaños y gamas de colores violentos, aparece esta maravilla delicada, de factura frágil. Su autora no podía ser otra más que Kiki Smith, la artista americana (1954, Alemania).


Odio cuando se la encasilla en ese grupo limitado y asfixiante que resulta ser el feminismo. Movimiento en el que se inició allá en los 70, cuando se experimentaba con el cuerpo de la mujer bajo un contexto político. Mucho ha llovido desde entonces, y Kiki ha construido un universo a su medida, femenino y poderoso, donde su iconografía se basa en técnicas propias de las “artes menores” como el manejo de flores, cristales pintados, espejos, papel maché. Técnicas realizadas tradicionalmente por mujeres y donde sus temas son la maternidad y la transmisión de madres a hijas. Asociación de ideas de reproducción y herencia junto con la de pervivencia, unido a un proceso cultural, de tradición y memoria.


La obra en cuestión se llama Deer things(2006-08). Por cierto, un delicioso juego de palabras.
El ciervo es un animal que cuenta con un significado complejo de tradición simbólica. En la mitología griega, acompaña siempre a Diana cazadora, mientras que en las tradiciones europeas, el macho de esta raza es un símbolo del renacer. Kiki alude en la obra a nuestra compleja y problemática relación con la naturaleza. Según ella misma ha afirmado en alguna ocasión, cree firmemente en el hecho de que la raza humana está íntimamente conectada con la salud medioambiental.

4 de marzo de 2010

PROYECTO POSTCARD


¡Sí! Soy de las afortunadas que ha recibido su "card vía mail" (es decir, por correo como antiguamente). Un proyecto casero y lleno de encanto de una diseñadora gráfica que, desplazada a otro país por estudios, nos recuerda lo bonito y gratificante que es seguir creando just for fun.


2 de marzo de 2010

Jung-Yeon Min


Y no como no podía ser de otra manera, este año tampoco falté a la cita con Arco. Dejando a un lado polémicas y demás, hubo "cositas" que me gustaron. Iré colgando poco a poco las imágenes. De momento empiezo con esta artista koreana, residente en París y de más o menos mi edad. El que con este dato se quede igual, añadiré que es edad media (¡¡je!! qué buen chiste), dentro de la treintena, vamos.



Me quedé totalmente enganchada con las obras expuestas. Fascinante como mezcla abstracción y realidad. Microscópico, macroscópico. Un pelín obsceno. Delicado. Diálogo de extremos. Espacios extraños, en los que por alguna razón me quiero quedar. Y sin embargo, me inquieta ese no lugar creado...

Detalles de la instalación que acompañaban al resto de sus obras: